Las compañías han iniciado
una carrera vertiginosa para que sus clientes les vean concienciados
en mantener su actividad mientras cuidan el medio ambiente y bienestar
social. Y, como las prisas no son buenas, las decisiones en pro de lo
sostenible empiezan a crear ciertas brechas en su propio negocio.
Nadie puede negar en 2019
los efectos del cambio climático. Tampoco se puede
rechazar que la culpa es del ser humano y que es necesario cambiar los hábitos
de consumo para no agrandar aún más la herida que ya se ha creado en el
planeta. Hay quien no está de acuerdo y disfruta de los 26 grados de media en
octubre sin hacerse preguntas. Pero, como la inmensa mayoría comparte esas
premisas, las empresas han iniciado una carrera vertiginosa para que sus
clientes les vean como responsable y concienciados con esta problemática bajo
un término que empieza a ser manido: “la sostenibilidad”.
El tejido empresarial,
sobre todo las grandes, han acelerado en estos años su mensaje de cuidado del medio ambiente y del bienestar social. Y, como las prisas no son
buenas, las decisiones en pro de lo sostenible empiezan a crear ciertas brechas
en su propio negocio. El gran ejemplo son las bolsas de papel del gran consumo,
una de las mayores banderas de ‘lo sostenible’. Un cliente acude a su
supermercado de confianza a hacer la compra. Un lugar conquistado por el gran
enemigo de la sostenibilidad: el plástico.
El 99% de los productos
que adquirirá tienen plástico, como los lineales donde están apoyados, el
cartel donde anuncia las secciones, el carro, la chapa de la cajera… Pero, a la
hora de ejecutar la compra, se ofrece una bolsa de papel. Una
alternativa que la cadena de turno ha promocionado a bombo y platillo como su
gran gesto para defender el planeta. Mientras el cliente abandona la tienda
haciendo equilibrismos para que su bolsa no se rompa y llegue bien a su coche
de gran cilindrada, puede observar como la mercancía llega al 'súper' en
camiones de gran tonelaje y en palés rodeados de plástico para proteger la
mercancía.
Realidad o marketing
¿Están de verdad las empresas concienciadas en cómo
afecta su actividad actual al futuro? La respuesta de Belén López,
responsable de Resposabilidad
Social Corporativa (RSC) de ESIC, es
"sí". "Las compañías están invirtiendo cada vez con más fuerza
en RSC, pero el criterio económico sigue siendo prioritario y la perspectiva
económica del corto plazo sigue siendo dominante", añade. Mientras
que Juan Luis
González López, profesor del Máster en Dirección de Marketing y
Gestión Comercial de ESIC,
opina detrás del 'giro sostenible' de las empresas es una campaña "100%
de marketing". "Se promocionan las acciones de RSC con mayor fuerza
que nuevos lanzamientos, incluso grandes empresas han creado su equipo de RSC
por obligación", asegura el profesor.
"La verdad es que es difícil de precisar
si ha sido el sector el primero en comenzar a emplear el concepto
de sostenibilidad para
atraer al consumidor o si más bien ha tenido que reforzar estos mensajes porque
ha visto claro que el consumidor actual demanda claramente productos y
servicios sostenibles", afirma Cinta
Boscs, responsable de sostenibilidad de la asociación de marcas
y fabricantes (AECOC).
"Sea como fuere es indudable que ahora la opinión pública en general, las
administraciones, los consumidores y el grueso del tejido
empresarial comparten esa preocupación por impulsar actividades económicas cada
vez más respetuosas con el entorno social y medioambiental en el que
operan", añade.
Acuerdos sectoriales
El transporte,
las empresas de gran consumo o
el textil son
alguno de los sectores que más se han movido en este sentido. Este verano en
Biarritz (Francia), la industria textil, la segunda más contaminante por
detrás del sector petrolero, juntó a gigantes como H&M, Inditex, Nike o Ralph Lauren para
crear una hoja de ruta que permita ir reduciendo 2025 su impacto
medioambiental. Una estrategia que pone en serio peligro su política de 'fast
fashion' y su cuenta de resultados.
Una apuesta que también se espera entre las empresas de
gran consumo. En el sector alimentario ya han surgido propuestas para ayudar a
los supermercados en su guerra contra el plástico. "En AECOC hemos
puesto en marcha recientemente un Comité
de Sostenibilidad en el que se trabajamos para impulsar
buenas prácticas y para detectar oportunidades de mejora en este ámbito",
afirma Cinta Boscs. "En el marco de este comité de trabajo estamos
abordando temas de tanto impacto como la reducción de plásticos de un solo uso,
la lucha contra el desperdicio alimentario, la reducción de las emisiones de CO2 de
las operaciones logísticas y de transporte y también iniciativas encaminadas a
preservar la biodiversidad del planeta", añade.
También aparecen soluciones para los lineales
de los supermercados, como las que explica el Grupo OM Comunicación Visual. Esta
compañía, uno de los principales desarrolladores de lineales de
supermercados, explica a este medio que ya tiene en el mercado soluciones
de merchandising para
combatir el uso excesivo de plástico en los envases como sus
proyectos de venta a granel. "Este año las ventas de este tipo de
soluciones están creciendo a buen ritmo. Combaten el desperdicio alimentario ya
que el cliente se suministra la cantidad justa que necesita", detalla Alfonso
Sebastián, director general del Grupo OM Comunicación Visual.
La profesora Belén López añade que es necesario que, a
todo esto, se sumen "políticas desde la Administración y que las propias
normas nos exijan a todos ser responsables, porque el cambio no está
evolucionando a la velocidad que debería por mucho que estemos
concienciados". Juan Luis González López añade que "entre
proveedores, vendedores y clientes finales hay que exigirse mutuamente operar
con responsabilidad, porque ahora hay mucho más de imagen de marca que
de realidad".
0 comentarios:
Publicar un comentario