La colaboración con las empresas, la cooperación público-privada ya la adaptación del modelo a cada realidad territorial marcarán la diferencia.
En marzo de este año
se aprobó una nueva ley que pretende impulsar a la Formación Profesional en
España y, con ella, los datos de empleo juvenil. En concreto, con la nueva
norma, el Gobierno se ha propuesto aumentar el porcentaje de jóvenes que eligen
este tipo de formación. Así, se pretende acercarlo del 12% nacional actual al
25% europeo o el 29% de la OCDE. Asímismo, se aspira a elevar del 25% al 50% el
porcentaje de jóvenes con nivel de cualificación medio.
En esta dirección, la
reforma introduce, entre otras, las siguientes novedades: unificar la formación
profesional y la formación para el empleo; potenciar la orientación
profesional; reforzar la acreditación de competencias por vía laboral; ampliar
la formación dual, etc. Pero estos cambios, siendo oportunos y necesarios, no
serán en sí mismos suficientes. Para que esta reforma tenga éxito, será
necesario hacer aterrizar todas estas novedades en la realidad de nuestro país.
Es por ello que, desde mi punto de vista, serán determinantes las siguientes claves:
1. Adaptación a la realidad territorial. La realidad
territorial española es amplia y diversa, y varía enormemente de norte a sur,
así como del entorno urbano al rural. Para afrontar el reto de configurar una
formación profesional atractiva, tanto para empleadores como para futuros
empleados, es necesario tener un conocimiento preciso de las necesidades del
mercado laboral en cada zona. Estas necesidades solo pueden ser bien descritas
tanto por las empresas como por los centros educativos (públicos, privados y
concertados) que operen en cada localidad. En este sentido, es fundamental
potenciar la autonomía de los centros educativos y cultivar las relaciones de
estos con el tejido productivo.
2. Implicación de las empresas. Sin duda, es la hora de
las empresas. No de una forma abstracta, sino específica y concreta. Es
necesario que las empresas se impliquen de una forma mucho más decidida.
Asimismo, urge que los centros educativos promuevan esa implicación
favoreciendo y siendo receptivos a sus demandas e iniciativas. Es prioritario
que se haga realidad, por fin, la capacidad de estrechar relaciones entre el
mundo empresarial y académico. Esto repercutirá en provecho mutuo, pero, sobre
todo, en provecho de los jóvenes que se preparan para el mundo que viene.
3. Colaboración con los centros educativos privados y
concertados. Pero esta forma de colaboración no es la única relevante para el
éxito de esta reforma. También lo serán la cooperación y el diálogo continuo
entre la administración y los propios centros educativos. Y, de forma
específica, la colaboración de la administración con los centros privados,
concertados y no concertados, que en los últimos años han incrementado su
oferta, así como su peso en el porcentaje de alumnos totales en estos ciclos formativos.
Creo que, para ello, sería bueno dejar de pensar en términos de titularidad
pública para dar paso a términos como función pública, o servicio público, que
es lo que, en definitiva, todos los centros educativos tenemos como finalidad.
Creo firmemente que los ambiciosos objetivos de la FP se alcanzarán si somos
capaces de establecer la adecuada cooperación, diálogo y colaboración de la
administración con los centros privados y concertados. .
4. Colaboración entre administraciones. Con las
competencias educativas descentralizadas, el alineamiento de las
administraciones autonómicas con los objetivos de la reforma y la coordinación
de todas sus políticas en una misma y única dirección, por encima de las
diferencias ideológicas, esta es otra clave de enorme relevancia. Aunque no fue
posible aprobar la reforma con la unanimidad que a todos nos hubiese gustado
conseguir, sería deseable que las políticas de los diferentes gobiernos
regionales contemplasen este reto como una cuestión de Estado, porque realmente
lo es. En ese sentido, en Andalucía hemos recibido como buena noticia el que la
nueva consejera de Desarrollo Educativo y FP, Patricia del Pozo, haya señalado
ante la Mesa de la Enseñanza Concertada que la potenciación de la FP será
efectivamente una de las principales prioridades en esta legislatura.
5. Enfoque en competencias. Finalmente, los centros
educativos debemos esforzarnos en ofrecer una formación adaptada a las
necesidades reales de las empresas. Así, debemos sustituir el tradicional
enfoque basado en contenidos por un enfoque basado en competencias. De esta
manera lograremos que los alumnos se preparen no solo para comprender, sino
para actuar reflexivamente, convirtiendo el conocimiento en un medio para
hacer, es decir, para realizar sus trabajos de manera consciente, competente y
comprometida con la empresa y la sociedad a la que sirven.
Este es un objetivo que debería atravesar todo el sistema
educativo. Y, con más razón la Formación Profesional, ya que esta tiene una
orientación más inmediata hacia el empleo. Del mismo modo, se deben desarrollar
iniciativas o programas tendentes a fomentar otras actitudes y aptitudes del
alumnado, como las habilidades emprendedoras y otros tipos de soft skills cada
vez más demandadas por las empresas. Todas ellas son fórmulas útiles y
necesarias para ensanchar las posibilidades de desarrollo profesional de la
juventud y revertir las preocupantes cifras de desempleo juvenil.
Como resumen de todas estas claves, me atrevería a
destacar que el éxito de la reforma de la FP en España dependerá en gran medida
de que sepamos desarrollar, entre todos, un gran esfuerzo de colaboración
público-privada que permita acertar en la implantación de las novedades de la
nueva ley en cada territorio concreto según las necesidades y demandas de cada
zona.
Fuente: Enrique Gómez-Puig, sj es Director general de SAFA
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