La expresión “O César o nada”, traducción de “Aut Caesar aut nihil”, que César Borgia llevaba grabada en su espada, pero que al parecer tiene su origen en la respuesta que los soldados romanos dan a Julio César cuando este se propone pasar el Rubicón ofreciéndoles la libertad de elección para seguirle, me repiquetea en la cabeza últimamente y se transforma en “O sostenibilidad o nada”.
No quisiera caer en un discurso fatalista ni mucho menos oficiar de profeta, pero sí me gustaría aportar una humilde reflexión sobre un concepto en muchas ocasiones escasamente comprendido, o por decirlo de otro modo, parcialmente comprendido.
La sostenibilidad suele asociarse directamente con el respeto al medio ambiente. Eso está bien, pero entonces solo se la está ligando a una de sus tres patas, por eso lo de “parcialmente” comprendido.
Ni que decir tiene que alguien que desde su actuación personal, empresarial, institucional se comporta con respeto al medio ambiente está procediendo francamente bien… y algo es algo, pero la sostenibilidad tiene tres patas.
Para que algo se encuadre en un “desarrollo sostenible” tiene que ser: económicamente viable, socialmente justo y respetuoso con el medio ambiente.
Por ejemplo, en el sector turístico, que constituye mi profesión desde hace casi treinta años (cómo pasa el tiempo), se hace referencia a proyectos sostenibles cuando en el fondo no lo son ya que no cumplen con los tres requisitos.
Si algo no es “económicamente viable” no podrá sostenerse en el tiempo, por lo tanto desde el principio se tendrá que fundamentar su viabilidad (dejando a un lado, por supuesto, aquellos casos de servicios que se consideren necesarios con independencia de la viabilidad económica). Pero aquí se abre un debate interesante: ¿qué significa económicamente viable? Imagino que cada uno tendrá su listón, pero el sentido común nos dice que este primer principio no se está refiriendo una acumulación de superbeneficios.
Respecto al segundo principio: “socialmente justo”, se trata de que todos los agentes implicados obtengan su cuota de beneficio. En el turismo, por ejemplo, se da el caso de algunos lugares que son visitados por turistas pero no queda ni un euro en el lugar. Estos territorios soportan una presión de visitas que se materializa en forma de residuos, presión sobre sus costumbres, presión medioambiental a cambio de nada. Esto no solo sucede en el turismo en el caso de la extracción de materias primas de todo tipo: combustibles, minerales, farmacéuticas, hay comunidades en los que se dan prácticas extractivas y no reciben nada o muy poco a cambio.
El tercer principio “respetuoso con el medio ambiente” está claro, pero sucede lo de siempre: está claro a nivel teórico ¿pero en la realidad se toman las medidas menos agresivas o simplemente se construye un mensaje sobre una falsedad?
La frase de César me repiquetea porque, según lo que observo durante el día a día, o empezamos a dar pasos desde la individualidad, el mundo empresarial, el ecosistema institucional o al final... nuestro montaje no se sostendrá. Supongo que es difícil o tal vez muy difícil… Se toman acuerdos pero no siempre se llevan a la práctica y acaban siendo solo algunos los que caminan por la senda de la sostenibilidad mientras que otros ponen excusas… Es difícil, ya lo sé… ¿pero es imposible? No lo sé. La verdad me gustaría creer que no lo es.
Fuente: aragondigital.es - José Luis Galar
0 comentarios:
Publicar un comentario