Acabar con el hambre es uno de los objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) acordados en la sede de las Naciones Unidas en 2015.
Concretamente el ODS 2, que dice literalmente "poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición, y promover la agricultura sostenible". Este, junto con los otros 16 objetivos que componen la Agenda 2030, constituyen un plan de acción que compromete a todos los países, tanto aquellos del sur como los del norte, a erradicar el hambre para el 2030. La agenda anterior, aquella en vigor del año 2000 al 2015, demostró que es posible alcanzar esta meta. De hecho, 72 países lograron reducir el hambre en más del 50%, tal y como establecía entonces el Objetivo de Desarrollo del Milenio 1 (ODM 1). Hoy en día sabemos que eliminar el hambre, como también alcanzar los otros ODS de la agenda, requiere un modelo multi-actor basado en los principios de buena gobernanza. Es decir, sin el concurso de todos los actores, cada uno con sus responsabilidades y roles específicos, a través de un enfoque participativo y transparente, y con los debidos mecanismos de rendición de cuentas, no se podrán alcanzar los objetivos. Mientras en el pasado se atribuía a los gobiernos la responsabilidad del desarrollo, hoy hay consenso sobre el hecho de que son los estados y las sociedades enteras quienes, solo trabajando en conjunto, pueden lograr sus metas.
El ODS 17 hace un llamado específico a crear alianzas y asociaciones con todos los que ahora se llaman actores no estatales, incluyendo al sector privado, las organizaciones de la sociedad civil, los organismos de investigación y las instituciones académicas. Todos ellos tienen roles y responsabilidades específicos en cada uno de los objetivos de la agenda, y su acción es cada vez más reconocida e incorporada en el desarrollo internacional. En palabras del Secretario General de la ONU, António Guterres: "La ambición y el alcance de los ODS son tales que, sin asociaciones robustas, simplemente no podrán ser logrados". Y en este escenario, un actor fundamental, pero menos reconocido, son los parlamentarios.
Los parlamentos tienen las funciones esenciales de proveer el marco jurídico y legal, aprobar el presupuesto, solicitar la rendición de cuentas al gobierno y generar diálogo e intercambios de información, creando conciencia y conocimiento en la sociedad. Son esenciales para promover la voluntad política: hemos constatado que el único elemento que tuvieron en común todos los países que lograron reducir a la mitad el hambre en el 2015 , fue haber contado con una fuerte voluntad política.
La FAO viene trabajando con los parlamentos de América Latina y el Caribe a lo largo de más de una década a través de la creación de Frentes Parlamentarios contra el Hambre. A través de ellos, que reúnen a representantes de todas las corrientes políticas en un objetivo común importante para todos – la eliminación del hambre-, se han aprobado más de 20 leyes en temas como la nutrición, la alimentación saludable, la agricultura familiar, la gestión sostenible de los suelos y la disminución del desperdicio alimentario. También a nivel regional, el Parlamento Latinoamericano (Parlatino) ha desarrollado cuatro leyes modelo que facilitan la labor de los parlamentos nacionales, como la Ley de Pesca Artesanal.
Desde el 2015, esta experiencia exitosa se ha utilizado para promover el trabajo de los parlamentos para eliminar el hambre y todas las formas de malnutrición (incluyendo el sobrepeso, la obesidad, la deficiencia de micronutrientes y sus consecuencias como la anemia y la diabetes) en otras regiones del mundo. Así, en 2016 se lanzó la Alianza Parlamentaria contra el Hambre del Parlamento Pan-Africano y la Alianza del mismo nombre en el Parlamento Europeo. A partir de estas iniciativas regionales, se ha apoyado la creación de alianzas nacionales que incluyen la capacitación de los parlamentarios y de sus equipos.
La Cooperación Sur-Sur ha sido clave para haber podido avanzar de manera sumamente eficaz y eficiente. Compartir sus experiencias, dificultades y casos de éxito ha sido una valiosa herramienta con la que los parlamentarios de América Latina han apoyado a sus colegas de otras regiones para alcanzar logros en tiempos muy reducidos. Hoy y mañana se celebra en las Cortes Generales de España, la Cumbre Parlamentaria Mundial contra el Hambre y la Malnutrición, organizada por el Senado Español, la FAO, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y el Frente Parlamentario contra el Hambre de América Latina y el Caribe. La Cumbre, primera reunión de este tipo, se ha propuesto reforzar el papel que juegan los parlamentos como actores esenciales en el logro de los objetivos de desarrollo, y en particular aquellos propuestos por la Agenda 2030.
Alcanzar el Hambre Cero requiere del concurso de todos. A pesar de graves reveses hacia este objetivo, con aumentos significativos por tres años consecutivos después de más de diez años de reducciones constantes, en la FAO estamos convencidos de que todavía se puede lograr este propósito fijado para el 2030. No se podrá hacer sin la responsabilidad compartida de todos los actores, incluyendo los parlamentos. Apoyar a los parlamentarios para que puedan impulsar el marco legal que crea los fundamentos para la Agenda 2030, es sin duda un importante paso para conseguirlo.
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