El Plan de acción de economía circular de la Comisión Europea recoge 54
acciones enfocadas al diseño circular de productos, el reciclaje y
reutilización de residuos y el consumo responsable. Por José Vicente López.
La
economía circular (EC) es una alternativa al actual modelo lineal que consiste
en extraer recursos naturales, transformar, producir, consumir y tirar (modelo
de usar y tirar). Trata de desvincular el crecimiento económico del consumo de
materias primas y energías no renovables, cerrando ciclos.
La
EC no tiene un origen cierto, sino que responde a las denominadas escuelas de pensamiento.
Todas ellas tienen como denominador común los principios que las
sustentan.
En
diciembre de 2015, la Comisión Europea adoptó un Plan de acción de economía circularpara
dar un nuevo impulso al empleo, al crecimiento económico, a la inversión y para
desarrollar una economía neutra en carbono, eficiente en el uso de los recursos
y competitiva.
En
este sentido, hay que señalar que las 54 acciones bajo este programa ya se han
completado o se están implementando, según revela el informe de evaluación de
su cumplimiento publicado por la CE en marzo de este año. Incluso en algún caso
continuarán más allá del 2020.
¿Qué significa exactamente economía circular?
El
diseño circular de productos y procesos productivos (ecodiseño) consiste en fabricar
productos más eficientes a lo largo de todo su ciclo de vida. El uso de las
etiquetas energéticas y de diseño para los productos circulares contemplan
también ahora la eficiencia de los materiales: disponibilidad de piezas,
facilidad de reparación, y facilitar el tratamiento de la gestión del producto
al final de su vida útil.
La
circularidad también significa adaptar los procesos industriales a través de la
eficiencia en el consumo de energía empleando renovables y en el uso de
materiales reciclados, así como la aplicación de los principios de prevención
de residuos y la reducción, reutilización, reciclaje de productos químicos
peligrosos.
El
papel de los consumidores. La transición hacia una economía más circular
requiere un compromiso activo de los ciudadanos para cambiar las pautas de
consumo. Ello se puede conseguir a través de la información ambiental precisa
de las ecoetiquetas y de la información sobre la durabilidad y reparabilidad de
los productos, permitiendo a los consumidores decantarse por opciones más
sostenibles.
Estas
opciones pasan, además, por prevenir el despilfarro alimentario mediante
compras más racionales y de proximidad. Como norma general, la EC aboga por la
compra del servicio y no del producto (por ejemplo y para que se entienda, para
viajar compramos un billete de tren, pero no compramos el tren), lo cual
conlleva una desmaterialización de la economía y una apuesta por los servicios
compartidos (coches eléctricos, bicicletas, patinetes, etc., además del clásico
transporte público).
Convertir
los residuos en recursos. El paquete de medidas de EC señala que para el 2030,
el 70 % de todos los residuos de envases y, para 2035, el 65 % de los residuos
municipales se reciclen, mientras se reduce la eliminación en vertederos de residuos
al 10 %. Se otorga una prórroga de cinco años a Grecia, Croacia, Chipre,
Letonia, Lituania, Hungría, Malta, Rumania, Eslovaquia y Bulgaria como medida
de adaptación, por ser los países con peores índices de reciclaje.
El caso de los plásticos
Se
precisa de un enfoque sistémico como el planteado en la estrategia de la UE
para los plásticos en una Economía Circular. Para todos es conocido el problema
de los plásticos en el medioambiente: desde los envases que no siguen su línea
formal de reciclaje, hasta los microplásticos derivados de estos y de otros
productos procedentes del consumo humano (lavado de ropa sintética;
detergentes, cosméticos…).
La
estrategia de la UE para los plásticos en una Economía Circular representa el
primer marco político a escala de la UE que adopta un enfoque de ciclo de vida
específico del material para integrar el ecodiseño, el uso, la reutilización y
el reciclaje en las cadenas de valor de los plásticos. La estrategia establece
que para el 2030, todos los envases de plástico puestos en el mercado de la UE
serán reutilizables o reciclables.
El reto no es fácil. Tal
y como ha identificado la Comisión Europea, se necesitan más esfuerzos para
alcanzar el objetivo establecido en la estrategia. En concreto, se quiere
asegurar que 10 millones de toneladas de plásticos reciclados se utilicen en
nuevos productos para el año 2025.
No
obstante, la información recibida de los recicladores señala que la demanda de
plásticos reciclados por la industria llegará aproximadamente a 6,2 millones de
toneladas para 2025 con el ritmo actual. Esto indica una clara brecha en las
cifras que habrá que acercar y eso dependerá claramente de nosotros como
ciudadanía y de mayores inversiones para la eficiencia de las infraestructuras
de recogida y clasificación.
Entonces, ¿podemos ser circulares?
Todas
estas medidas conducen a nuevos modelos de negocios circulares, basados en el
uso compartido, la reutilización, el reciclaje, la eficiencia energética y de
materiales y los nuevos patrones de consumo. Con ello se tiene un gran
potencial para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Solo así
podremos ser circulares.
Para
conseguirlo, tendremos que promover este enfoque conjunto entre las empresas,
administraciones y la ciudadanía, de modo que las primeras puedan al mismo
tiempo reducir los costos de producción y apoyar nuevas formas de interacción
comercial, como la simbiosis industrial y proveer y facilitar el uso compartido
de bienes.
Además,
la circularidad y la sostenibilidad en el suministro, uso y tratamiento de las
materias primas serán clave para garantizar la seguridad necesaria de aquellos,
la igualdad de condiciones con los competidores industriales y el liderazgo de
la sociedad que lo ponga en marcha para la producción de tecnologías
estratégicas de baja emisión de carbono.
Por
José Vicente López, Universidad Politécnica de Madrid
Fuente: infobae.com/america/mundo
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