Las mujeres en el medio rural se enfrentan a una doble desigualdad: la primera, asociada a su entorno de residencia en términos de oportunidades laborales, acceso a servicios y conectividad física y digital; y, la segunda, provocada por el hecho de ser mujer. Así, las barreras que genera la primera se ven magnificadas cuando interactúan con la variable género, en particular en tres aspectos: mayor precariedad en el empleo, infrarrepresentación en la toma de decisiones en el ámbito rural y mayor desequilibrio en la conciliación.
Como consecuencia, su participación y
contribución plena a la generación de las rentas del trabajo se ve limitada,
lastrando el desarrollo económico y el bienestar de las personas tanto en el
entorno rural como en el conjunto de la sociedad.
Así lo recoge el
último informe del clúster ClosinGap,
que ha sido elaborado por CaixaBank en
colaboración con Analistas Financieros Internacionales (Afi) y que apunta que
el coste de oportunidad de la brecha
de género en el medio rural asciende, como mínimo, a
38.500 millones de euros, es decir, el equivalente al 3,1% del PIB de 2019.
El informe ha sido presentado en un acto que
ha tenido lugar en el Castillo de San Servando (Toledo) y en el que han
participado la presidenta de ClosinGap, Marieta Jiménez; el director general de
Negocio de CaixaBank, Juan Antonio Alcaraz; la directora de Cultura y
Desarrollo directivo de CaixaBank, Anna Quirós; y la consultora de Economía
Aplicada de Afi, Verónica López Sabater.
Juan
Antonio Alcaraz, director general de Negocio de CaixaBank, ha señalado que “la
población rural en España ha disminuido en 4,3 puntos porcentuales en las
últimas décadas, desde el 42,7% en 1998 al 38,4% en 2020. Y la incidencia de
municipios en riesgo de despoblación en España sigue siendo muy elevada en el
contexto europeo, situándose por encima de la del conjunto de la
eurozona”. “Si lográsemos revertir o frenar la despoblación, el efecto
económico en el mundo rural sería muy importante. Con este estudio queremos contribuir
al debate social sobre este tema desde la perspectiva del impacto de las
desigualdades entre hombres y mujeres. El informe nos ayuda a dimensionar una
situación especialmente difícil para la mujer en un medio masculinizado y donde
existe un envejecimiento más prevalente para ella y, como consecuencia, una
mayor tasa de dependencia”, ha explicado.
La realidad demográfica de la mujer en
el medio rural
Según el estudio ‘Coste de oportunidad de la brecha de género en el
medio rural’, la pérdida de peso de la población rural en los
últimos años en España se debe, en gran parte, al menor crecimiento de la
población femenina rural que, entre 1998-2020, creció a una tasa anual
compuesta de 0,27% frente al 0,34% de los hombres rurales, lo que se ve
reflejado en una mayor masculinización. A esto contribuye la menor tasa de
permanencia femenina en el mundo rural.
En este contexto, el envejecimiento de la
población femenina en el ámbito rural es más intenso: si en zonas urbanas las
mujeres de 65 años o más representan el 21,3%, el porcentaje aumenta hasta el
22,1% en el medio rural (frente al 18,2% de los hombres rurales). Este mayor
envejecimiento de la mujer en el entorno rural impacta en una mayor tasa de
dependencia, es decir, la carga soportada por la población en edad de trabajar
para mantener a las personas mayores de 64 años. Así, por cada mujer en edad de
trabajar en entornos rurales hay 0,35 mujeres mayores, mientras que en el caso
de los hombres rurales esta cifra baja hasta 0,28.
Marieta
Jiménez, presidenta de ClosinGap, ha destacado
que “la aportación de
este informe liderado por CaixaBank es inédita y clave en estos momentos para
conocer la situación de precariedad laboral de la mujer en el mundo rural, así
como su infrarrepresentación en la toma de decisiones de las actividades
agrícolas”. “Desde ClosinGap sumamos nuestros esfuerzos para superar los retos
que tenemos por delante, conscientes del enorme potencial que tiene la mujer no
sólo en el ámbito rural, sino en todas las dimensiones que contribuyen al
crecimiento de nuestra economía y la transformación de nuestra sociedad”, ha
apuntado Jiménez.
La precariedad laboral de la mujer se
agudiza en el medio rural
Ante esta realidad demográfica, el estudio de
CaixaBank y Afi profundiza en qué medida la masculinización, el envejecimiento
y el éxodo rural inciden en las brechas de género en el empleo, la toma de
decisiones y la conciliación en el mundo rural.
La primera conclusión, tras analizar las
condiciones laborales de las personas ocupadas, es que la situación de precariedad se acentúa
en el medio rural cuando se mide con perspectiva de género, siendo la
temporalidad (entendida como duración del contrato) y la parcialidad (jornada
laboral completa o parcial) de
los contratos mayor para las mujeres que para los hombres.
De esta forma, la tasa de temporalidad de las
mujeres agrícolas (MR) es
del 60,9%, mientras que la de los hombres agrícolas (HR) es del 52,0%.
Además, la tasa de parcialidad de las mujeres rurales es del 13,9% frente al
5,3% de los hombres rurales. En este sentido, la brecha de género en la
temporalidad de las actividades agrícolas es de 8,9 p.p. (frente a una media
nacional de 1,8 p.p.), mientras que en el caso de la parcialidad se sitúa en
8,6 p.p.
Esta
mayor precariedad de la mujer rural se da en un contexto de mercado laboral agrícola
nacional en las posiciones de cola en Europa en cuanto a inclusión del talento
femenino. En concreto, España es el quinto país europeo con la tasa de
actividad rural femenina más baja (73,0%, con una brecha de género de 8,8
p.p.); es el tercero de Europa con la tasa de empleo rural femenino más baja
(64,0%, con una brecha de género de 9,9 p.p.); y el segundo con mayor tasa de
paro femenino rural (12,9%, con una brecha de género de 2,7 p.p.).
En cuanto a nivel educativo, el
estudio desvela que el porcentaje de mujeres del ámbito rural con alto
nivel educativo (22,8%) es superior al de los hombres del mismo
entorno (15,6%). Aun así, observando el comportamiento de las personas ocupadas
en el sector agrícola, destaca cómo las mujeres desempeñan en mayor
medida ocupaciones más básicas que los hombres y ocupan, en
menor medida, puestos de dirección pese a que los hombres tienden a
realizar tareas para las que no están suficientemente cualificados (el
porcentaje de infracualificación de los hombres rurales es mayor que el de las
mujeres: 39,6% frente a 35,6%).
Infrarrepresentadas y alejadas de
la toma de decisiones en el ámbito rural
Tradicionalmente, las mujeres en
el mundo rural han compartido las labores del trabajo agrario con los hombres,
pero careciendo de los mismos derechos y obligaciones derivados de la gestión.
Su trabajo ha sido considerado como mera ‘ayuda familiar’, carente de
reconocimiento social, económico o profesional. Además, la titularidad de las
explotaciones ha tendido a recaer por herencia sobre los varones, lo que ha
contribuido a la masculinización de la titularidad de la explotación.
Pese a los esfuerzos por fomentar
la igualdad en el sector agrario (como la Ley 35/2011 que reconoce y regula la
titularidad compartida de las explotaciones agrarias para promover y favorecer
la igualdad real y efectiva de las mujeres en el medio rural), los datos del
informe de ClosinGap muestran que, a día de hoy, las estructuras de género
siguen especialmente arraigadas en el trabajo agrario y la mujer sigue estando
infrarrepresentada.
De los 1,6 millones de personas
empleadas en explotaciones agrarias, el 65,4% son hombres. En el
caso de los titulares de explotación, existen en torno a dos hombres
por cada mujer. Además, ellas se encuentran alejadas de la toma de
decisiones: hay aproximadamente tres hombres que son titulares-jefe de
la explotación por cada mujer en esta misma posición. Estos
resultados indican que la mayoría de las mujeres titulares no realizan
las funciones de gestión de su propia explotación y, cuando lo hacen,
dirigen explotaciones más pequeñas que los hombres (ver Figura 3)
Sin embargo, una actividad
empresarial en la que las mujeres rurales demuestran liderazgo es el turismo
rural, ya que representan el 59,5% del total de personas propietarias
de alojamientos rurales, con una tendencia en aumento. La mayoría de estas
mujeres gestionan de forma independiente y sin personas empleadas su
alojamiento rural (75,4%), mientras que un 16,9% tiene personas empleadas a su
cargo.
La conciliación también es una
asignatura pendiente en el mundo rural
Según el informe de ClosinGap, la
doble jornada de la mujer se intensifica en el mundo rural. Mientras que el
promedio nacional muestra que las mujeres dedican a actividades relacionadas
con el hogar y la familia 4 horas y 29 minutos al día, la mujer en el ámbito
rural incrementa este tiempo hasta 4 horas y 43 minutos diarios. En comparación
con el hombre rural, las mujeres rurales dedican 2 horas y 7 minutos
más al día, lo que eleva el cómputo total a 32,5 millones de horas
dedicadas por las mujeres rurales (frente a los 14,7 millones de horas de los
hombres rurales).
La brecha de género que supone
que las mujeres rurales dediquen más tiempo que los hombres rurales a estas
tareas genera un coste de oportunidad de más de 38.500 millones de euros, es decir, el
equivalente al 3,1% del PIB de 2019.
El teletrabajo como reactivador
del mundo rural
Según las conclusiones del
informe de ClosinGap, el potencial del teletrabajo para revertir la
despoblación del medio rural es muy relevante, ya que el eventual retorno al
medio rural en modalidad de teletrabajo de las personas que migraron a zonas
urbanas, especialmente mujeres, supondría un importante impacto económico.
Teniendo en cuenta los datos de
personas que emigraron en 2019 del entorno rural al entorno urbano y sabiendo
el porcentaje de población ocupada que teletrabajó en 2020, se estima que
13.300 personas podrían retornar al mundo rural de extenderse o facilitarse
esta modalidad de empleo. Y eso generaría un efecto económico agregado de más
de 170 millones de euros, el equivalente al 0,3% del PIB de una comunidad
autónoma como Castilla y León, con gran presencia de municipios rurales.
“Si potenciamos políticas
públicas y privadas para fomentar el teletrabajo, no ya solo para que regresen
los que una vez partieron del entorno rural, sino para incentivar y animar a
otros a establecerse en ese medio, estaremos generando un impacto agregado muy
positivo para nuestra economía y contribuyendo a crear más y mejores
oportunidades para las mujeres de nuestro país”, ha remarcado Juan
Antonio Alcaraz, director general de Negocio de CaixaBank.
Fuente: https://www.rrhhdigital.com/secciones/actualidad/
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