Las ciudades inteligentes son aquellas que utilizan sistemas de inteligencia artificial para mejorar su funcionamiento, desde el transporte hasta la iluminación.
En los últimos años, todo se ha vuelto inteligente a
nuestro alrededor. Nuestros teléfonos y relojes de pulsera son ahora “smart”
(inteligentes), es posible que preguntes a tu asistente digital por el tiempo
que hace por la mañana, y que incluso te responda adecuadamente.
La distribución de electricidad, los inventarios de las grandes empresas, los fondos de inversiones, todo se gestiona de forma “inteligente” con la ayuda de los sistemas de inteligencia artificial. Ahora le toca el turno a las ciudades. La gestión con inteligencia artificial de los recursos está llegando a muchos pueblos y ayudando a las pequeñas poblaciones a mejorar la producción agrícola, los servicios médicos y el turismo, evitando el riesgo de despoblación.
Pero parece que las ciudades aún se resisten. Sus infraestructuras son demasiado grandes y requieren enormes inversiones, así como un consenso político y la voluntad de servicio a los ciudadanos que muchas veces están ausentes, y se convierten en el mayor obstáculo.
A pesar de las dificultades, las ciudades pueden
beneficiarse enormemente de la inteligencia artificial, y los ciudadanos harán
bien en tener en cuenta si se están aprovechando las oportunidades para mejorar
la próxima vez que voten. Estos son algunos de los ámbitos que hacen que las
ciudades inteligentes sean mejores sitios para vivir:
Iluminación
Una de las formas en que las ciudades inteligentes
mejoran la vida de sus ciudadanos es mediante la mejora de las
infraestructuras. Esto puede incluir cosas como la instalación de farolas y
sistemas de iluminación inteligentes, que pueden ayudar a reducir la
delincuencia y hacer que las calles sean más seguras.
La iluminación controlada por sistemas inteligentes que
determinan cuándo deben encenderse, e incluso ir más allá, reduciendo la
intensidad si no hay nadie en la calle, o incluso haciendo que la luz pueda
“seguir” a una persona mientras camina. Esto podría suponer un gran ahorro de
energía y, por tanto, emisiones.
Tráfico
Vivir en una gran ciudad supone a veces estar atrapado en
un atasco durante horas o sufrir los retrasos del autobús, pero no debería ser
siempre así. Con el uso de cámaras y sensores se puede conocer el flujo de
vehículos y peatones en tiempo real, y coordinar, por ejemplo, los semáforos,
para que en lugar de estar cronometrados, respondan a la situación real del
tráfico.
Los semáforos podrían predecir la rapidez con la que
llegarán los vehículos y ponerse verdes o rojos en consecuencia, o poner las
luces amarillas en los momentos adecuados para garantizar una transición suave
de las luces rojas a las verdes.
En la ciudad de Phoenix, en EEUU, han conseguido reducir
en un 40% los tiempos de espera en los semáforos mediante el uso de sistemas
inteligentes.
Transporte público
Las frecuencias del transporte público en muchas ciudades
en donde funciona de forma eficiente están recogidas en tablas, pero eso no
quiere decir que sea el método más eficiente, ya que no anticipa imprevistos,
como un accidente de tráfico o el bloqueo de una calle por una avería.
Los sistemas de inteligencia artificial pueden realizar
un seguimiento preciso de datos como el número de pasajeros, los tiempos de
espera y las necesidades de mantenimiento, y programar el transporte para
minimizar las esperas.
Las ciudades inteligentes también están incorporando
tecnología de análisis predictivo que pronostica con precisión los niveles de
demanda en determinados momentos y lugares para poder ajustar en consecuencia
el número de vehículos de tránsito operativos.
Cuando estos sistemas de las ciudades se ponen en
comunicación con las aplicaciones de MaaS (movilidad como servicio) que
utilizan los ciudadanos, es posible acceder a la forma de transporte más
eficiente en cada momento.
Aparcamiento
Se calcula que el 30% del tráfico en una ciudad
corresponde a conductores buscando aparcamiento, con un inmenso coste en tiempo,
contaminación, combustible y emisiones. Aparcar es especialmente difícil en
ciudades como Madrid, donde solo un 27% de los conductores tiene una plaza de
aparcamiento privado, o Barcelona.
Los sistemas IA permiten conocer dónde se encuentran las
plazas de aparcamiento disponibles, tanto en la calle como en los aparcamientos
privados, y guiar a los conductores hasta la zona de aparcamiento más cercana.
Servicios digitales
Una forma de reducir el tráfico es no obligar a los
ciudadanos a desplazarse para hacer sus trámites con la Administración. Los
sistemas que permiten pagar impuestos o multas por Internet ahorran millones de
minutos y litros de combustibles, y también hacen la vida más agradable a los
contribuyentes.
Las posibilidades se extienden a la atención médica
remota, la educación o, en algún momento del futuro, el voto electrónico. Pero
para ampliar aún más las capacidades de los servicios digitales dentro de las
ciudades inteligentes, es necesario desarrollar programas de formación para que
la mayoría de los ciudadanos pueda utilizarlos.
Convertir nuestras ciudades en ciudades inteligentes no
solo sirve para que los ciudadanos tengamos una vida más cómoda. Las ciudades
inteligentes también ofrecen mejores oportunidades económicas, atraen a
empresas e inversiones, y sobre todo, consumen menos recursos.
Aplicar la inteligencia, especialmente la artificial,
puede ayudarnos a tener un futuro sostenible.
Fuente: Darío Pescador - eldiario.es
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