lunes, 12 de enero de 2015

Ante la crisis, un cambio de mentalidad social y económica


No existen recetas ni soluciones mágicas para dar la vuelta a la triple crisis económica, ecológica y social que padecemos, porque ésta tiene unas fuertes causas macro-estructurales que no se solucionan con simples retoques sectoriales y locales. (Artículo de Manuel Lozano Serna).



En la actual coyuntura económica internacional, Europa y el mundo están en el trance de atravesar una triple crisis desde la que sólo es posible vislumbrar un escenario futuro de catástrofe si las cosas siguen por el rumbo que actualmente van: la crisis económica, la crisis ecológica y la crisis de la desigualdad crónica en el reparto de recursos y oportunidades.

Hasta ahora, distintos gobiernos europeos y el estadounidense han presentado unas masivas medidas financieras orientadas sobre todo a sostener tanto las industrias existentes (como por ejemplo la automovilística) y el gasto público (especialmente para grandes obras públicas y para los bancos), pero sin introducir realmente unos cambios significativos en la economía.

Estas medidas ensayadas por la clase política entrañan algunos peligros evidentes como es la irresponsable perpetuación de modelos de producción destructivos y obsoletos, y la continuación de consumos desbocados de bienes materiales, y estos dos factores juntos paradójicamente aumentan la doble crisis ecológica y económica que se busca atajar y en la que nos encontramos plenamente sumergidos. Y además, con estos paquetes de medidas anti-crisis se ignora el inmenso continente de la pobreza y la miseria generada en el Sur.

Pero si optamos por ver la crisis como oportunidad para hacer mejor las cosas, podríamos tener la posibilidad de girar las actuales políticas anti-crisis hacia una profunda transformación de la enferma economía europea, fomentando unas nuevas pautas en la producción y el consumo para intentar hacerlos compatibles con las necesidades del planeta viviente, nuestra única casa común. A su vez, también son necesarias unas reformas profundas de nuestros marcos educativos, de enseñanza y científicos, con el fin de favorecer la innovación tecnológica necesaria para afrontar una auténtica reconversión industrial con finalidades ecológicas y sociales.

Las respuestas verdes a la crisis pueden crear mucho más empleo que muchas de las medidas anunciadas por los gobiernos, las cuales contribuyen a seguir tirando millones de euros para defender unas estructuras industriales anacrónicas y sucias.

Un plan de reactivación verde de la economía exige una regulación fuerte de los bancos y de los mercados financieros para ajustarlos a una escala de la economía real y al dinero realmente disponible. También hay que atajar la especulación financiera y su alma gemelo el sobre-consumo irracional que ha provocado un saqueo del medio ambiente sin precedentes históricos. El sector financiero y los mercados tienen que ceñirse mucho más a la economía real y hacer las paces con la economía natural de la Tierra. Los “préstamos basura” y los “bancos tóxicos” no son sólo metáforas financieras, sino que han propulsado unos impactos ecológicos y climáticos bien palpables y temibles.

Hoy hace falta una mayor facilidad de crédito por parte de las instituciones públicas para financiar e impulsar una nueva economía con proyectos “verdes”, animada por las autoridades locales y por las pequeñas y medianas empresas. Además de otras entidades bancarias públicas, el Banco Europeo de Inversiones2 podría multiplicar las modestas medidas de reactivación económica propuestas por la Comisión Europea3 mediante docenas de miles de millones de euros en créditos muy ventajosos para la creación de empleo en los campos de eficiencia energética de los edificios, de las redes eléctricas inteligentes, de las fuentes renovables, del transporte público y de la restauración de los ecosistemas hídricos y boscosos, entre otras actividades.

Para crear recursos financieros hace falta ensayar también con nuevas formas de financiación mediante una fiscalidad que grave y penalice económicamente el consumo de los recursos ambientales escasos, las emisiones contaminantes al medio natural y las transacciones especulativas en lugar de favorecer el empleo. La misma Unión Europea necesita encontrar unas fuentes propias de ingresos para financiar la necesaria recuperación económica y ecológica mediante una fiscalidad propia, o un IVA específico.

No existen recetas ni soluciones mágicas para dar la vuelta a la triple crisis económica, ecológica y social que padecemos, porque ésta tiene unas fuertes causas macro-estructurales que no se solucionan con simples retoques sectoriales y locales. Al mismo tiempo tampoco valen las respuestas temerosas y de medias tintas, porque las únicas puertas de salida viables y con alguna posibilidad de éxito deberán ser muy audaces y responsables a la vez.

El reto civilizatorio actual está en si seremos realmente suficientemente sabios para evitar el colapso económico con medidas que se enfrentan a la vez a las injusticias sociales y la creciente destrucción de los bienes y servicios básicos de la naturaleza.

Como la actual triple crisis también constituye una crisis de realidad y de comprensión de nuestras condiciones de existencia sociales y ambientales, probablemente las cosas ya nunca podrán volver como antaño a la ceguera del optimismo del crecimiento económico sin límites.

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