El término business angel (ángel inversor) es comúnmente utilizado para referirse a inversores que aportan fondos al capital social de una empresa emergente o start-up. Suele decirse que invierten en capital semilla, es decir, invierten en las primeras etapas de la empresa.
Son conocidos también como “padrino inversor” o “inversor de proximidad”
y su
objetivo principal es conseguir la mayor rentabilidad posible,
dado el elevado nivel de riesgo que implica invertir en negocios nacientes, así
como obtener incentivos fiscales.
Este tipo de inversor no actúa como las entidades
de capital riesgo ya que invierte fondos propios y no de terceros, por lo que
es importante saber en qué invertir y cuánto, valorando los distintos planes de
negocio.
En España la Ley 14/2013 de apoyo a los Emprendedores
y su Internacionalización estableció un nuevo incentivo fiscal para los business
angels en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF).
Es más, en los últimos años, y para promover este
tipo de inversiones, el gobierno ha tratado de mejorar los beneficios fiscales.
Precisamente, desde el 1 de enero de 2018, los inversores pueden deducirse de
la cuota de IRPF un 30% de las cantidades satisfechas durante los primeros tres
años desde la constitución de la empresa (anteriormente se deducían un 20%).
También se ha incrementado la base máxima de deducción que pasa de 50.000 a
60.000 euros.
Así, por ejemplo, si a lo largo de 2018, un inversor
aporta a una empresa emergente 60.000 euros, podrá deducirse en cuota en el
IRPF, 18.000 euros.
No obstante, para aplicar esta deducción han de
cumplirse una serie de requisitos, tanto por parte de la sociedad que recibe
los fondos, como por parte del inversor.
Entidades e inversores
Una de las condiciones exige ser una sociedad
anónima, de responsabilidad limitada, anónima laboral o de responsabilidad
limitada laboral. Además, la entidad ha de llevar a cabo una actividad
económica, por lo que no sería válido para el caso de sociedades de gestión de
patrimonio mobiliario o inmobiliario.
También se requiere que los fondos propios de la
entidad al inicio del periodo impositivo en que se adquieran las
participaciones o acciones no superen los 400.000 euros. Además, no puede
acceder a la deducción una entidad que realice la misma actividad que se venía
ejerciendo con anterioridad bajo otra titularidad.
El business angel, por su parte, también debe cumplir
con una serie de características. Así, las acciones o participaciones han
de adquirirse a la constitución de la sociedad, o bien con motivo de una
ampliación llevada a cabo en los tres años siguientes.
Asimismo, el inversor ha de mantener dichas acciones o
participaciones como mínimo tres años y como máximo doce. Su participación
junto con la de su cónyuge y parientes en línea recta o colateral hasta segundo
grado no debe superar el 40%.
Dicho lo anterior, es importante plantearse cómo
invertir el dinero en una empresa emergente o startup con el fin de exprimir al
máximo la deducción.
Dado que esta deducción se practica para todas
aquellas aportaciones que se realicen durante los tres primeros años de la
empresa, si el inversor tiene planeado invertir más de 60.000 euros, lo más
conveniente sería no invertir la totalidad el primer año, si no
distribuirla durante los tres primeros años, con un máximo de 60.000 euros por
año.
Se deben tener en cuenta en todo momento los
requisitos, ya que, como hemos visto, en cada ejercicio que se efectúen
aportaciones, los fondos propios no deberían exceder 400.000 euros, al igual
que el inversor junto con sus familiares de hasta segundo grado no deben
obtener una participación superior al 40%.
En caso de que se supere el límite de los fondos
propios al inicio del ejercicio, el inversor no podrá aplicar la deducción
a las cantidades que aporte, y en el caso de que se supere el límite de
participación del 40%, deberán devolverse todas las deducciones aplicadas en
todos los ejercicios.
Fuente: Sofía Bonora - cincodias.elpais.com
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