Recientemente, además de las amenazas de la pandemia mundial y de la crisis de desabastecimiento, se han sumado la de la posible escasez de combustibles, el aumento del precio de la luz y un posible apagón a gran escala. Sólo imaginarnos un posible apagón eléctrico generalizado nos hace temblar, ya que prácticamente todo lo que usamos requiere de la energía eléctrica.
Las cifras en España muestran que en el
último año ha habido un cierto flujo de población hacia los pueblos y un descenso de población en las ciudades. Sin
embargo, los datos a escala global muestran que la población está aumentando exponencialmente en los entornos urbanos, lo que implica un cambio
no solo en el medio ambiente sino también en los recursos disponibles.
De la misma manera, a pesar de que la
demografía en Europa y Norteamérica está estancada, la población mundial crece
de forma sostenida. En este contexto, además, es necesario considerar los
efectos que esto acarreará en el cambio climático y la degradación del medio
ambiente, lo que representa una amenaza para el futuro de las personas.
Promover un cambio de
modelo energético
Todo apunta a que estamos en un momento
histórico en el que más que nunca se hacen necesarios acuerdos internacionales.
Dos ejemplos son el Pacto Verde Europeo y
la Agenda 2030. Estos acuerdos
son clave para promover cambios culturales y de conducta encaminados a reducir
el consumo energético y favorecer cada vez más el empleo de las energías
renovables.
Sin embargo,
alcanzar, tal y como se pone de manifiesto en las metas del objetivo de desarrollo sostenible número 7, un
acceso universal a una energía asequible, fiable, moderna y no contaminante
para el 2030 parece que no va a resultar nada sencillo. Según el Banco Mundial, a
pesar de los avances realizados durante los últimos años para lograr las metas
de los ODS, todavía 840 millones de personas no tienen acceso a la
electricidad.
Energías renovables y
desarrollo sostenible
A fecha de hoy, nadie duda de que el fomento
de las energías renovables es una estrategia necesaria para lograr el
desarrollo sostenible. Las energías renovables resultan fundamentales para
garantizar la seguridad energética global, sin que ello conlleve un grave
impacto en el medio ambiente ni en las necesidades de las generaciones futuras.
Así, las Naciones Unidas han promovido
históricamente el empleo de estas fuentes energéticas, dando cada vez más
importancia a la promoción del uso y la producción de energía verde.
Las renovables en el
mundo rural
Desde el punto de vista técnico-económico,
las zonas rurales se encuentran en desventaja respecto a las áreas urbanas.
Grandes áreas rurales no cuentan con conexión a la red eléctrica todavía. Otras
que sí disponen de ella no suelen ser muy eficientes y su mejora no resulta
rentable, por lo que salir de ese círculo resulta muy difícil.
En este sentido, no se debe olvidar que no es
lo mismo hablar de una zona rural en países desarrollados que en países en
desarrollo. Aunque en el primer caso se cuente con menos infraestructuras que
las grandes urbes, no existen las enormes dificultades de acceso a la
tecnología y a la energía eléctrica que se dan en territorios menos
favorecidos.
Analizando esta problemática desde un punto
de vista de nuevos negocios, la transición energética aparece como una
oportunidad prometedora para el desarrollo económico de las zonas rurales. Sin
embargo, no es evidente la relación entre las energías renovables y el
desarrollo rural sostenible. Aunque se han publicado muchos informes que
recogen casos en los que las energías renovables han ayudado al desarrollo
rural, no se ha establecido una metodología que permita determinar en qué
medida las inversiones en energías renovables han permitido el desarrollo de
las zonas rurales.
Proyectos energéticos
comunitarios
En función del tipo de proyecto de energías
renovables, el impacto social y económico en el entorno en el que se ubica es
diferente. Cuando los proyectos son grandes es más fácil que favorezcan el
empleo local tanto durante la construcción como durante la operación y
mantenimiento. No siempre es así en los proyectos más pequeños, puesto que no
requieren tanta mano de obra.
Por otro lado, es más fácil que se produzca
un desarrollo rural cuando la propiedad de las energías renovables recae en una comunidad de vecinos. De ese modo, los
ingresos pueden reinvertirse en iniciativas locales, de manera que estas
contribuyan a la mejora social, económica y medioambiental de la propia
comunidad rural.
Los proyectos energéticos colectivos pueden
estar promovidos tanto por entidades sin ánimo de lucro como por agrupaciones
formadas por habitantes de la zona. Así mismo, los proyectos pueden ser
simplemente para el autoconsumo o pueden ser instalaciones a mayor escala que
se financian de forma colectiva.
No obstante, el plan de copropiedad tiende a
beneficiar a los individuos que pueden permitirse comprar acciones, y no
siempre se cumple el retorno de estos beneficios en la comunidad. Por otro
lado, es cierto que cuando se reinvierten las ganancias se crea un enorme
beneficio social, se crean nuevas capacidades y habilidades en las personas que
participan en estos proyectos, crece el espíritu comunitario, la identidad y
cohesión, así como la autonomía de la comunidad.
Claves para impulsar
el desarrollo local
Así, cuando las zonas rurales se enfrentan a
su situación más desfavorable, bien porque sus industrias son obsoletas y están
en declive, o bien porque son zonas aisladas, la inversión en energías
renovables puede ser una oportunidad para el desarrollo. Una estrategia local
clara para la implantación de energías renovables depende de la identificación
de posibles ventajas tanto económicas como sociales y de la necesidad urgente
de actuar.
La propiedad y el control local de los
proyectos de energías renovables pueden facilitar su aceptación y maximizar los
beneficios locales, generando riqueza en entornos tradicionalmente
empobrecidos.
Asimismo, son las propias zonas rurales
quienes deben identificar y aprovechar sus puntos fuertes, tanto en lo que
respecta a los recursos renovables disponibles como al contexto económico
local. Pero también es cierto que es necesaria una Administración que facilite
los trámites, y aporte un marco jurídico y un apoyo estable en el tiempo.
Por último, un elemento clave en el avance de
este tipo de iniciativas son los propios pioneros a los que se les debe ayudar
a compartir su experiencia. En este sentido, las ayudas a emprendedores y empresas
que desean abrir nuevas líneas de negocio alrededor de las energías renovables
son agentes clave para su implementación y explotación.
De esta forma, los proyectos de energías
renovables pueden contribuir al desarrollo global, pero deben incluir a las
partes interesadas locales para que realmente se produzca un desarrollo rural
sostenible.
Fuente: Olatz Ukar Arrien
- theconversation.com
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