El promotor que quiera organizar un evento, además de elegir un espacio que reduzca residuos y emisiones de dióxido de carbono (CO2), ha de favorecer la comunicación sin papel, usar materiales reciclados y servir un cáterin -si así se requiere- con productos locales y de temporada y evitar desperdicio alimentario. Y al final, medir la huella de carbono para compensar y mejorar en sucesivas ediciones.
“La primera decisión del organizador de un evento
sostenible ha de ser la elección del espacio”. El consejo es de Santiago
Quiroga, director de Calidad y RSC en IFEMA Madrid, consorcio encargado de
organizar ferias, salones y congresos. Para ello, recomienda preguntar por los
logros de la sede o recinto en materia de gestión de residuos, reducción de
emisiones de CO2 o medición de la huella de carbono de sus instalaciones.
Los consumos y los residuos son aspectos muy básicos que ofrecen una visión clara de si la sostenibilidad se toma en serio o es “un adorno”, según remacha Quiroga. A su juicio, es importante que los organizadores se interesen por las políticas de sostenibilidad y de personal de la empresa que gestiona el espacio físico donde se desarrolla el evento.
El director de Calidad de IFEMA Madrid recuerda que existe un estándar internacional voluntario, la norma ISO 20121, que “es poco conocida” –sostiene Quiroga– y que normaliza específicamente los eventos sostenibles. “La ISO 20121 ofrece orientación y mejores prácticas para ayudar a administrar un evento y controlar su impacto social, económico y ambiental. Cada acción cuenta: desde apostar por el agua del grifo en lugar de las botellas de plástico hasta fomentar el uso del transporte público”, asegura en su web su creadora, la Organización Internacional de Normalización.
Minimizar el impacto al máximo
De esta declaración emana una idea importante: cualquier
acción humana tiene un impacto, el objetivo ha de ser minimizarlo al máximo.
Algo que se complica cuando hablamos de una celebración que implica una
concentración de personas. “Ir en bicicleta es una actividad saludable y un
medio de transporte sostenible pero, ¿qué ocurre cuando se convierte en uno de
los mayores eventos deportivos del mundo?”, plantea la doctora Andrea Collins,
que encabeza un equipo de investigadores de la Universidad de Cardiff que se
dedica a medir el impacto ambiental (emisiones de CO2, basura plástica) de
grandes eventos deportivos como el Tour de Francia. De hecho, los organizadores
de la carrera francesa han puesto en marcha la campaña ‘Riding into the future’
para incentivar el uso del vehículo de dos ruedas en el día a día y se ha
comprometido a que la organización del evento deportivo “sea cada vez más
ecorresponsable”.
“La fase previa de preparación del evento es la parte más
sólida, donde queda establecido el compromiso inicial”, prosigue Quiroga. Para
ello, el organizador ha de contestar a una larga lista de preguntas: ¿Cómo lo
voy a comunicar? ¿En digital o en papel?. En el montaje, ¿voy a exigir
criterios de sostenibilidad como que la infraestructura esté fabricada con
material reciclado o madera certificada?, ¿Reutilizaré el material de
anteriores eventos? ¿Impulsaré que los visitantes acudan en transporte público o
en un medio como la bicicleta para contribuir con la movilidad sostenible?
¿Seleccionaré a proveedores de proximidad? ¿Haré una labor de segregación de
los residuos para una correcta valorización?.
“Debes forjar un ecosistema sostenible juntando esfuerzos
con proveedores y colaboradores, locales siempre que sea posible, para así
fomentar la economía del lugar de celebración del evento. Si quieres ir más
allá y hacer alianzas todavía más fuertes (siguiendo el Objetivo de Desarrollo
Sostenible número 17 de Naciones Unidas) puedes trasladarles que estás abierto
a llevar a cabo con ellos cualquier iniciativa sostenible dentro del evento,
por ejemplo, contar con un equipo de trabajadores en riesgo de exclusión social
en la parte del cáterin”, señalan Quiroga y Joana Gutiérrez, técnico en Calidad
y Sostenibilidad de IFEMA Madrid.
El 20% de los alimentos de un cáterin se tira a la basura
El cáterin puede marcar la diferencia por el menaje
utilizado (vajilla de cristal o productos desechables biodegradables antes que
utensilios de un solo uso), por los alimentos servidos (saludables, de
temporada y de producción local) y por su gestión para evitar el desperdicio
alimentario. Para Quiroga, el concepto clave es la buena previsión, y añade que
en los eventos se tira entre el 20 % y el 50 % de los productos del cáterin, y
que los bufés suelen ser el punto de desperdicio más habitual.
Los excedentes alimentarios tienen salida a través de
bancos de alimentos, fundaciones o ‘apps’ que permiten a usuarios registrados
comprar platos y comida sobrante, a precios más reducidos, en establecimientos
cercanos adheridos. Aunque “donar alimentos no siempre es fácil si son
perecederos”, advierte Quiroga.
Durante la celebración del evento, todo lo planificado según criterios de sostenibilidad ha de materializarse. Aquí interviene la parte didáctica: es importante leer las recomendaciones sobre consumos o cuidado del material, que en su caso concreto se traduce en detalles a veces tan nimios como “avisar por megafonía de no olvidar apagar la luz al dejar el estand al final del día”, cuenta. Solo concienciando a todos los implicados (de proveedores a consumidor final) funcionará un correcto reciclaje, o se cumplirán los horarios, para que el espacio esté iluminado y climatizado el tiempo estrictamente necesario, y no se malgaste energía.
Una vez terminado el evento, es importante medir la huella
de carbono. “Cada vez más empresas que acuden a nuestras ferias quieren
medirla”, certifica Quiroga, que considera que actualmente hay una mayor
exigencia.
La gira mundial de Coldplay, ejemplo de concierto
sostenible
‘Music Of Spheres Tour’, gira mundial de la banda
británica Coldplay, es un buen ejemplo de un gran evento sostenible. Primero
porque fija dos objetivos claros: reducir a la mitad sus emisiones de CO2 y
erradicar el plástico. Y segundo, porque plantea acciones para cumplirlos y
mide los resultados. Los miembros de la banda viajan en vuelos comerciales en
lugar de ‘charters’, y en vehículos eléctricos o de biocombustible cuando se
trata de trayectos por carretera. Los conciertos utilizan energías limpias (las
placas solares que forran el escenario y una batería alimentada de aceite de
cocina reciclado, sol y la energía del público saltando en un suelo cinético),
ofrecen agua gratis (cada cual lleva su propia botella), tienen vasos de
aluminio, lanzan confeti biodegradable y recogen las pulseras para entrar (de
material compostable) para esterilizarlas y volverlas a usar. Como, pese a
todo, siempre hay huella de carbono, Coldplay promete compensarla plantando un
árbol por cada entrada vendida.
Los grandes festivales de música trabajan, cada vez más, por la sostenibilidad. El Primavera Sound –miembro de A Greener Festival Associate, organización británica que evalúa el impacto ambiental de estas macro-citas musicales– hace recogida selectiva de residuos, calcula y compensa sus emisiones de CO2, usa vasos reutilizables y otros materiales más sostenibles, y fomenta el transporte público y la bicicleta entre sus seguidores.
Pero no son sólo las propuestas musicales. El BBVA Open
Internacional de Valencia se convirtió en 2021 en el primer torneo de tenis del
mundo neutro en emisiones de CO2, gracias a la acción combinada de una serie de
medidas de ahorro energético, reciclaje y reducción de emisiones, y de la
compensación de huella de carbono a través de dos proyectos impulsados por la
empresa Climate Trade: lucha contra la deforestación en la Amazonia y
aprovechamiento del gas metano generado en el vertedero de la Central de Santa
Rosa en Río de Janeiro (Brasil). Este evento deportivo incorpora, además, otros
aspectos vinculados a la sostenibilidad, como son la inclusión y la puesta en
valor del talento femenino: todas las participantes, desde jugadores a
recogepelotas pasando por árbitros, son mujeres.
Fuente: bbva.com/es/sostenibilidad
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