El sistema nacional de reciclaje se sitúa entre los más desarrollados de Europa gracias a su apuesta por la innovación, sus infraestructuras y sus exitosas campañas de sensibilización. También surgen nuevas iniciativas para producir energía limpia a partir del aprovechamiento de los residuos.
Producir bienes reduciendo el desperdicio y reutilizando todo tipo de materiales en la medida de lo posible. Este es el principio básico de la circularidad, a través del cual se está facilitando la transición hacia un modelo económico más sostenible. Y en esta transformación, hay pocas actividades con un peso más importante que el reciclaje.
En busca de cumplir los objetivos marcados por la Unión Europea, España ha redoblado sus esfuerzos durante los últimos años y ha desarrollado toda una industria alrededor de este proceso que da una nueva vida a los producto usados. Según los últimos datos de la Federación Española de la Recuperación y el Reciclaje (FER), correspondientes a 2023, el reciclaje ha generado más de 35.000 empleos directos y actualmente hay unas 5.000 empresas activas. Además, tiene un volumen de negocio de 16.000 millones de euros y representa el 1% del PIB nacional.
Si se realiza un análisis por materiales, el papel y el cartón son los que han alcanzado las mayores tasas de reciclaje, por encima del 80%, gracias a que en 2023 se recogieron un total de 4,8 millones de toneladas de estos residuos. Esto, según afirma Andrea Orallo, directora de Reciclado de la Asociación Española de Fabricantes de Pasta, Papel y Cartón (Aspapel), se debe principalmente a tres motivos: "Un sistema eficiente de recogida separada de papel y cartón, tanto en municipios como en empresas; una red de plantas de recuperación distribuidas por todo el territorio, y una industria papelera nacional con capacidad para reciclar todo el material que cumple con los estándares de calidad". Esto, continúa, ha situado a España como "el tercer país más reciclador de papel y cartón de la Unión Europea".
Continuando con el análisis sectorial, el vidrio es otro material que presenta unos registros muy positivos. Concretamente, una tasa de reciclaje del 71,1% según los últimos datos del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico, tras la recogida de más de un millón de toneladas. Esto implica que se rebasa el mínimo exigido por la Unión Europea del 70%.
Desde Ecovidrio destacan, además, que el 90% de este material proviene del contenedor verde, lo que indica que ha habido un acto intencionado de los ciudadanos y los negocios hosteleros, los mayores generadores de este tipo de residuos. "Hay países que nos superan y están en tasas de reciclaje de vidrio que rondan el 80%, como son los casos de Alemania, Bélgica o los países escandinavos", expone Beatriz Egido, responsable de Comunicación Corporativa y Sostenibilidad de la entidad. Pero, añade, "en estos sitios el reciclaje es algo recogido en las ordenanzas municipales y, si no cumplen, pueden ser multados".
Más innovación
Esta voluntariedad demuestra, como destaca Egido, "que las más de 400 campañas de concienciación en las que colabora Ecovidrio con las Administraciones Públicas y otras organizaciones están funcionando". Además de la sensibilización, Egido señala que el vidrio cuenta con una infraestructura sólida, "con 250.000 cubos de reogida, uno por cada 189 habitantes", que facilita la consecución de los objetivos establecidos. Pero, sin duda, considera que el salto cualitativo de los últimos años se ha conseguido gracias a la innovación.
La incursión de la tecnología en el sector del reciclaje ha permitido monitorizar en tiempo real la recogida de residuos. En Ecovidrio, por ejemplo, están utilizando la inteligencia artificial para rastrear las cantidades depositadas en cada cubo. Con estos datos, explica Egido, "se generan unos algoritmos que se cruzan con datos sociodemográficos para crear estadísticas de reciclaje en relación a la densidad poblacional o la renta per cápita". Esta valiosa información les permite poner en marcha medidas "personalizadas en cada zona".
Además, aunque se tiende a pensar que la incursión de la tecnología puede terminar provocando la desaparición de ciertos empleos, en el caso del reciclaje está ayudando a crear nuevos puestos con buenas perspectivas de futuro. "Necesitamos analistas de datos para que nos ayudan a interpretar la cantidad ingente de datos que procesamos. Con la inteligencia artificial no es suficiente", afirma Egido.
Otra entidad que es consciente del poder transformador de la tecnología en el sector del reciclaje es Ecoembes, que hace ocho años creó su propio hub de innovación para el desarrollo de iniciativas relacionadas con la economía circular. Gracias a The Circular Lab, por ejemplo, es ya una realidad Reciclos, una aplicación que incentiva el reciclaje a través de recompensas y cuenta con 780.000 usuarios. Es, como explican desde Ecoembes, una forma de "materializar el impacto del reciclaje y darle un doble sentido, social y ambiental". En total, este hub ha impulsado 70 start up y 460 proyectos, habiendo formado a más 100 jóvenes.
La suma de innovación, infraestructuras y sensibilización parece una receta adecuada para continuar con esta evolución. Pero desde Ecoembes advierten que queda todavía mucho por hacer: "En Europa, la tasa de circularidad ronda el 11,8%, pero el objetivo del Plan Europeo de Economía Circular es llegar al 23,2%. En España, esa tasa está aún más atrás, en sólo un 8,5%".
Más allá del reciclaje, hay compañías que están apostando fuerte por la reutilización. Es el caso de Decathlon, cuyo servicio Segunda Vida permite a los usuarios vender en las tiendas de la cadena su ropa deportiva en buen estado a cambio de tarjetas regalo para utilizar en futuras compras. Además, Decathlon ofrece un servicio de alquiler de material por días (para escapadas, vacaciones o iniciarse en algún deporte) y otro por suscripción mensual (para disfrutar de la práctica deportiva sin acumular una ingente cantidad de materiales). Y al margen de la reutilización o el alquiler de productos, Decathlon cuida el medio ambiente a través del diseño de sus productos, pensados para resistir un uso intensivo, condiciones meteorológicas extremas y el paso del tiempo. Buena prueba de ello es su nueva colección de agua 2025, que fusiona diseño, funcionalidad y tecnología.
Revolución energética
La economía circular también empieza a abrirse camino en el ámbito de la energía. Entre las múltiples rutas hacia un sistema energético más limpio y sostenible, el mundo comienza a mirar hacia un recurso abundante, pero olvidado: la basura. En España, un aprovechamiento óptimo de los desechos agrícolas, ganaderos, urbanos, industriales y residuales podría ahorrar hasta 1.800 millones de euros al año y cubrir gran parte de la demanda energética con fuentes renovables y de ámbito local, según el sector.
En la actualidad, más de la mitad de los residuos urbanos acaban en vertederos, lejos del objetivo europeo de recuperar al menos el 65% de los mismos en el año 2035 y limitar al 10% lo que se entierra. El reto es grande, pero nuevas tecnologías y proyectos apuntan a una revolución energética que comienza bajo nuestros pies.
Por ejemplo, en las alcantarillas. Las aguas residuales, con temperaturas constantes de entre 12 y 20 grados, pueden convertirse en energía térmica para calefacción o refrigeración. Es lo que plantea Therm-Liner, un sistema desarrollado por la compañía alemana Uhrig que ha traído a la Península Ibérica la española Serbis. "Evita tener que calentar el agua desde cero, un proceso que supone más del 70% del consumo energético de los hogares, al aprovechar que ya circula por la red a unos 15 grados", explica su director gerente, Pedro Gallego. Esta tecnología, ya implantada en Alemania y Suiza, se usa para enfriar centros de datos, reduciendo hasta un 70% el consumo eléctrico.
En el ámbito industrial, empresas como Repsol han hecho de la economía circular uno de los pilares para alcanzar las cero emisiones netas en 2050, sustituyendo materias primas fósiles por residuos y aceites orgánicos para producir combustibles renovables y materiales con menor huella de carbono. Destaca el diésel Nexa, 100% renovable, elaborado a partir de residuos orgánicos y que "optimiza las prestaciones y alarga la vida del motor", indican. Se puede usar sin modificar vehículos ni infraestructuras, reduciendo hasta un 90% las emisiones netas de CO2.
Repsol ya opera una planta de biocombustibles en Cartagena y está construyendo otra en Puertollano. También participa en la Ecoplanta de Tarragona, pionera en transformar residuos urbanos en metanol renovable mediante gasificación avanzada. Además, la compañía ha entrado en el biometano al adquirir el 40% de Genia Bioenergy, especializada en convertir residuos agroindustriales y urbanos en gas renovable.
Otras soluciones aprovechan los residuos agrícolas. Garzón Green Energy produce pélets de huesos de aceituna y cáscaras de almendra. Este biocombustible sólido se usa en calderas domésticas e industriales, sustituye a los combustibles fósiles e impulsa la economía circular en las zonas rurales.
También hay
iniciativas que ahondan en opciones tan prometedoras como el hidrógeno verde.
Es el caso del proyecto BioENH2, liderado por la Universidad de Alicante, que
investiga cómo generar, almacenar y distribuir este gas a partir de biomasa
residual, abriendo nuevas vías para descarbonizar industrias de difícil
electrificación.
Fuente: https://www.elmundo.es/extras/medio-ambiente/2025/06/05/68416e16e9cf4aa2408b45ae.html
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