Se alimenta de valores como la ayuda mutua, la responsabilidad, la democracia, la igualdad, la equidad y la solidaridad. En España, cuenta con el paraguas jurídico de la Ley de Economía Social.
El 20 de diciembre de 2020 España cedió el testigo a Portugal en
la Presidencia del comité de seguimiento de la Declaración de Luxemburgo y dio por
culminado el programa de la Agenda de Toledo 2020 sobre
economía social y solidaria.
Se prevé que la Comisión Europea presente
su Plan de Acción Europeo para la Economía Social a finales de este año. Este
plan busca apoyar a las empresas y actores de la economía social para que
inicien, amplíen, innoven y creen puestos de trabajo dignos. La finalidad
última es que, sin perder competitividad empresarial, la persona pase a ser lo
más importante.
La economía social pretende actuar de manera transversal y con una
visión a largo plazo para dignificar el trabajo de mujeres y hombres, prestando
especial atención a los colectivos vulnerables.
La difusión de los valores de la economía social
ha permitido que tanto las instituciones europeas como los gobiernos
nacionales, las organizaciones sindicales y empresariales y el resto de los
agentes sociales, hayan asumido la necesidad de convertir esos valores en un
modo de dignificar el trabajo.
Economía social y
pandemia
En esta pandemia algunas empresas han demostrado
que, si se aúnan esfuerzos para generar empleo y cubrir las necesidades
sociales y colectivas manteniendo el enfoque empresarial, se genera un nuevo
modelo de desarrollo económico bajo el amparo de la economía social.
Se pueden especificar varios ejemplos claros
surgidos durante el confinamiento, donde la economía social ha sido
protagonista. Sectores como el del comercio de frescos tuvieron que adaptarse a
las necesidades de muchos de sus clientes, que no podían salir de casa. Los
empresarios y empresarias innovaron sus negocios para poder distribuir sus
productos y mantener los puestos de trabajo. Este cambio les permitió, por un
lado, seguir atendiendo a un colectivo de clientes formado por personas
dependientes, que no podían acceder a los comercios, por otro lado, incrementar
su oferta de servicios a través de la entrega a domicilio y, además, en algunos
casos, realizar nuevas contrataciones para ofertar este servicio.
Los mercados municipales han dado prioridad a
las personas, dignificando los puestos de trabajo, sin entrar a utilizar la
figura del ERTE como única solución, a la vez que atendían a las necesidades de
los consumidores.
El sector agroalimentario de Canarias, formado
principalmente por empresas de economía social, cooperativas y sociedades
agrarias de transformación, se vio obligado a mantener el abastecimiento de la
zona. Esto generó un compromiso entre los trabajadores y trabajadoras del
sector que fue más allá de la venta de productos: se sentían responsables de no
dejar desabastecidos a los ciudadanos. Por lo que, a través de sus puestos de
trabajo y de su compromiso laboral, se cubrió la necesidad colectiva de
abastecer de alimentos a la población.
Incluso en el sector financiero ha habido una
forma diferente de actuar ante esta crisis. En esta época de pandemia, las
entidades financieras, constituidas jurídicamente como empresas de economía
social, han ofrecido fondos y financiación en condiciones favorables, así como,
no han cerrado oficinas, ni han aplicado ERTEs masivos, dando prioridad a
dignificar los puestos de trabajo, manteniendo e incluso ampliando el número de
oficinas comerciales para garantizar un servicio financiero saneado.
Un nuevo rumbo para
la sociedad
La Ley de Economía Social da reconocimiento y
mejor visibilidad a la economía social y le brinda una mayor seguridad jurídica
al definir qué es la economía social y establecer los principios que han de
regir a las entidades que la conforman. Además, considera de interés general
promover, estimular y desarrollar las entidades de la economía social y sus
organizaciones representativas.
En la Conferencia General de
la Organización Internacional del Trabajo de 2002 se produjo el reconocimiento
de las cooperativas (precedente
inmediato de la economía social) como organizaciones creadoras de empleo,
además de contribuidoras a la movilización de recursos y la generación de
inversiones, fortaleciendo la economía.
En ese encuentro también se habló de cómo la
globalización había generado nuevas presiones, problemas, retos y oportunidades
para las cooperativas. Este fenómeno ha hecho necesarias nuevas formas de
solidaridad, que faciliten una distribución más equitativa de los beneficios de
la globalización.
Llevar la dignidad a
la persona y al trabajo
Dignificar el trabajo con la economía social
permite crear y desarrollar actividades generadoras de ingresos, pero también
de empleo decente y sostenible, diseñando nuevas capacidades en recursos
humanos y gestión empresarial, y fomentando la educación y la formación de las
personas.
Cuando se habla de economía social se habla,
entre otras, de entidades, empresas y organizaciones que, inspiradas por la
solidaridad, responden no solo a las necesidades de sus socios y clientes, sino
también a los de la sociedad en general, también las de los grupos más
desfavorecidos, con miras a lograr su inclusión social.
En conclusión, la economía social es un modelo
empresarial basado en valores y compromisos con el entorno, que contribuye al
desarrollo sostenible en lo económico y lo social de todos los sectores,
dignificando el trabajo y dando protagonismo a las personas. Así, en este siglo
XXI, hablar de economía social es hablar de sostenibilidad, viabilidad y empleo
digno a largo plazo, que son necesarios para la consecución real de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas
(ODS2030), tan deseados a nivel mundial.
Fuente: theconversation.com
0 comentarios:
Publicar un comentario