Existe una brecha cada vez mayor entre aquello que las empresas demandan y las habilidades de los profesionales.
Era el mejor de los tiempos y era el peor de los tiempos. La mítica frase que abre la novela Historia de dos ciudades, de Charles Dickens, podría adaptarse a los tiempos que corren. Es la mejor época para la tecnología, pero un momento crítico para el empleo como consecuencia de la crisis de la covid-19. Los cambios se aceleran, la digitalización llama a nuestra puerta y la formación también.
El nuevo mercado laboral bien podría definirse en tres ideas:
competitividad global, digitalización de las empresas y nuevas habilidades de
los trabajadores, que les toca reinventarse. En esa ecuación, la clave pasa por
una formación continua, porque la cualificación de los empleados es fundamental
para sostener el tejido productivo de esta cuarta revolución industrial.
Pero la teoría no siempre se corresponde con
la práctica. Los datos reflejan la existencia de una brecha cada vez mayor
entre aquello que las empresas demandan y las habilidades de los profesionales.
Según el Informe Adecco sobre perfiles deficitarios y escasez de talento en
España, ocho de cada diez empresas reconocen que es complicado
reclutar talento acorde a las demandas del mercado laboral.
Si atendemos a los resultados del estudio en el sector de la Tecnología
de la Información (IT, por sus siglas en inglés), sigue siendo complicado
acabar con las vacantes del sector.
Los expertos lo
repiten una y otra vez: hay que perder de vista la noción clásica de completar
un grado, cursar un máster y pensar que ya estamos lo suficientemente
preparados. Ahora, la apuesta pasa por una formación de calidad, especializada
y en pocos meses. En definitiva, ajustada al día a día del profesional, que no
puede abandonar su puesto de trabajo para centrarse en los estudios.
“Hay una apuesta creciente por los certificados online, donde se aúnan los conocimientos de tres
programas. Es un modelo de formación rápido, flexible y aplicado, y con el
mismo rigor académico que cualquiera de nuestros másteres. En unas pocas
semanas el participante adquiere las habilidades específicas de su certificado
y desde ese instante ya puede poner en práctica todo lo aprendido. Esta
eficacia es lo que busca el profesional y este profesional es, a su vez, el que
reclaman las empresas”, señala el director de Executive Education de Esade,
Marc Correa
La formación online
se ha convertido en la gran aliada, y no solo por la falta de presencialidad en
las aulas. La covid-19 ha puesto en valor este método de enseñanza, que ya
apuntaba maneras. Ahora, para muchos es la apuesta ideal por dos motivos:
conservar el puesto de trabajo o escalar en la organización.
“De la misma manera que uno actualiza su teléfono móvil cuando se queda
obsoleto, ahora las empresas, que están inmersas en una carrera por la
digitalización, demandan que el profesional se renueve y sepa desenvolverse en
la economía digital”, asegura Correa.
Las
compañías van más allá e impulsan programas formativos propios, conscientes de
que las nuevas necesidades apremian. Según el informe Upskilling: Building confidence in an uncertain world de la consultora PwC, el 41 % de los CEO encuestados
reconoce que los programas de upskilling (perfeccionamiento, en inglés) cumplen dos funciones:
crear una cultura de trabajo más sólida y fomentar el compromiso laboral.
Frente a la creencia
de que el reciclaje profesional solo da resultados a largo plazo, hay
consecuencias indirectas que impactan positivamente en las empresas, explica el
profesor de Esade.
La tecnología lo trastoca todo: las sociedades, las empresas y el
mercado de trabajo. Los cambios se aceleran, para bien o para mal. Y las
consecuencias de la covid-19 hacen mella. La formación es parte de la solución,
según los expertos. Es el remedio para cambiar la frase de Dickens y que el
mejor de los tiempos no sea el peor de los tiempos.
Fuente: lavanguardia.com/economia
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