miércoles, 8 de junio de 2022

Para que las renovables contribuyan al desarrollo rural, deben involucrar al vecino

 


Todo apunta a que estamos en un momento histórico en el que más que nunca se hacen necesarios acuerdos internacionales. Dos ejemplos son el Pacto Verde Europeo y la Agenda 2030. Estos acuerdos son clave para promover cambios culturales y de conducta.

Recientemente, además de las amenazas de la pandemia mundial y de la crisis de desabastecimiento, se han sumado la de la posible escasez de combustibles, el aumento del precio de la luz y un posible apagón a gran escala. Sólo imaginarnos un posible apagón eléctrico generalizado nos hace temblar, ya que prácticamente todo lo que usamos requiere de la energía eléctrica.

Las cifras en España muestran que en el último año ha habido un cierto flujo de población hacia los pueblos y un descenso de población en las ciudades. Sin embargo, los datos a escala global muestran que la población está aumentando exponencialmente en los entornos urbanos, lo que implica un cambio no solo en el medio ambiente sino también en los recursos disponibles.

De la misma manera, a pesar de que la demografía en Europa y Norteamérica está estancada, la población mundial crece de forma sostenida. En este contexto, además, es necesario considerar los efectos que esto acarreará en el cambio climático y la degradación del medio ambiente, lo que representa una amenaza para el futuro de las personas.

Promover un cambio de modelo energético

Todo apunta a que estamos en un momento histórico en el que más que nunca se hacen necesarios acuerdos internacionales. Dos ejemplos son el Pacto Verde Europeo y la Agenda 2030. Estos acuerdos son clave para promover cambios culturales y de conducta encaminados a reducir el consumo energético y favorecer cada vez más el empleo de las energías renovables.

Sin embargo, alcanzar, tal y como se pone de manifiesto en las metas del objetivo de desarrollo sostenible número 7, un acceso universal a una energía asequible, fiable, moderna y no contaminante para el 2030 parece que no va a resultar nada sencillo. Según el Banco Mundial, a pesar de los avances realizados durante los últimos años para lograr las metas de los ODS, todavía 840 millones de personas no tienen acceso a la electricidad.

Energías renovables y desarrollo sostenible

A fecha de hoy, nadie duda de que el fomento de las energías renovables es una estrategia necesaria para lograr el desarrollo sostenible. Las energías renovables resultan fundamentales para garantizar la seguridad energética global, sin que ello conlleve un grave impacto en el medio ambiente ni en las necesidades de las generaciones futuras.

Así, las Naciones Unidas han promovido históricamente el empleo de estas fuentes energéticas, dando cada vez más importancia a la promoción del uso y la producción de energía verde.

Hace medio siglo, en 1972, se celebró en Estocolmo la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano y, por primera vez, se vinculó el uso de fuentes de energía renovables con el desarrollo sostenible. Desde entonces, la protección del medio ambiente y las energías renovables han sido parte integrante de la agenda de la comunidad internacional.

Las renovables en el mundo rural

Desde el punto de vista técnico-económico, las zonas rurales se encuentran en desventaja respecto a las áreas urbanas. Grandes áreas rurales no cuentan con conexión a la red eléctrica todavía. Otras que sí disponen de ella no suelen ser muy eficientes y su mejora no resulta rentable, por lo que salir de ese círculo resulta muy difícil.

En este sentido, no se debe olvidar que no es lo mismo hablar de una zona rural en países desarrollados que en países en desarrollo. Aunque en el primer caso se cuente con menos infraestructuras que las grandes urbes, no existen las enormes dificultades de acceso a la tecnología y a la energía eléctrica que se dan en territorios menos favorecidos.

Analizando esta problemática desde un punto de vista de nuevos negocios, la transición energética aparece como una oportunidad prometedora para el desarrollo económico de las zonas rurales. Sin embargo, no es evidente la relación entre las energías renovables y el desarrollo rural sostenible. Aunque se han publicado muchos informes que recogen casos en los que las energías renovables han ayudado al desarrollo rural, no se ha establecido una metodología que permita determinar en qué medida las inversiones en energías renovables han permitido el desarrollo de las zonas rurales.

Proyectos energéticos

En función del tipo de proyecto de energías renovables, el impacto social y económico en el entorno en el que se ubica es diferente. Cuando los proyectos son grandes es más fácil que favorezcan el empleo local tanto durante la construcción como durante la operación y mantenimiento. No siempre es así en los proyectos más pequeños, puesto que no requieren tanta mano de obra.

Por otro lado, es más fácil que se produzca un desarrollo rural cuando la propiedad de las energías renovables recae en una comunidad de vecinos. De ese modo, los ingresos pueden reinvertirse en iniciativas locales, de manera que estas contribuyan a la mejora social, económica y medioambiental de la propia comunidad rural.

Los proyectos energéticos colectivos pueden estar promovidos tanto por entidades sin ánimo de lucro como por agrupaciones formadas por habitantes de la zona. Así mismo, los proyectos pueden ser simplemente para el autoconsumo o pueden ser instalaciones a mayor escala que se financian de forma colectiva.

No obstante, el plan de copropiedad tiende a beneficiar a los individuos que pueden permitirse comprar acciones, y no siempre se cumple el retorno de estos beneficios en la comunidad. Por otro lado, es cierto que cuando se reinvierten las ganancias se crea un enorme beneficio social, se crean nuevas capacidades y habilidades en las personas que participan en estos proyectos, crece el espíritu comunitario, la identidad y cohesión, así como la autonomía de la comunidad.

Claves para impulsar el desarrollo local

Así, cuando las zonas rurales se enfrentan a su situación más desfavorable, bien porque sus industrias son obsoletas y están en declive, o bien porque son zonas aisladas, la inversión en energías renovables puede ser una oportunidad para el desarrollo. Una estrategia local clara para la implantación de energías renovables depende de la identificación de posibles ventajas tanto económicas como sociales y de la necesidad urgente de actuar.

La propiedad y el control local de los proyectos de energías renovables pueden facilitar su aceptación y maximizar los beneficios locales, generando riqueza en entornos tradicionalmente empobrecidos.

Asimismo, son las propias zonas rurales quienes deben identificar y aprovechar sus puntos fuertes, tanto en lo que respecta a los recursos renovables disponibles como al contexto económico local. Pero también es cierto que es necesaria una Administración que facilite los trámites, y aporte un marco jurídico y un apoyo estable en el tiempo.

Por último, un elemento clave en el avance de este tipo de iniciativas son los propios pioneros a los que se les debe ayudar a compartir su experiencia. En este sentido, las ayudas a emprendedores y empresas que desean abrir nuevas líneas de negocio alrededor de las energías renovables son agentes clave para su implementación y explotación.

De esta forma, los proyectos de energías renovables pueden contribuir al desarrollo global, pero deben incluir a las partes interesadas locales para que realmente se produzca un desarrollo rural sostenible.

 

Fuente: Olatz Ukar Arrien - canarias7.es/sociedad/


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