Un territorio sin entidades del Tercer Sector: La conmemoración del día del Tercer Sector, o como dirían hace unos años, el día de las organizaciones civiles o no gubernamentales (ONG), es siempre un momento de agradecimientos y parabienes donde se pone en valor el papel de apoyo que la ciudadanía más comprometida tiene con la ciudadanía con menos oportunidades.
En anteriores artículos hemos mencionado cómo se conforman estas organizaciones (asociaciones o fundaciones), pero este día precisamente querría hacer la siguiente reflexión ¿qué pasaría si no hubiera organizaciones sociales, civiles, sin fin de lucro? ¿su existencia es necesaria? ¿podríamos vivir sin ellas?Es
posible que lo primero que se nos haya pasado por la cabeza sea que nadie es
imprescindible, que la vida se abre paso y otros ocuparían su lugar, como en
cualquier ecosistema. Es posible, pero permítanme que haga un ejercicio de
contraste mediante un breve inventario de lo que nos dejarían de proporcionan
estas organizaciones, más allá de los económicos servicios públicos a la
ciudadanía más vulnerable sobre los que hablaremos en otro momento:
El
papel de abogacía social no sería ejercido, careceríamos de una estructura
organizada para expresar intereses y demandas ciudadanas a los poderes
públicos. Esta desconexión nos avocaría a una ausencia de rendición de cuentas
de los poderes públicos a la ciudadanía, centralizándose las decisiones y sin
una transparencia de estas facilita el abuso de poder, la corrupción y la mala
gestión de lo común.
Sin
grupos organizados con capacidad para generar información sobre la realidad
social, la ciudadanía carecería de defensa de los derechos sociales, acceso a
servicios públicos o derechos fundamentales, con el consiguiente deterioro en
las condiciones de vida de la mano de un debilitamiento de la protección
social. Una sociedad sin ciudadanos que demanden mejoras o protesten por su
ausencia es uno de los logros soñados por líderes autoritarios, cuyas democracias
tienen un título inmerecido.
Aquellos
grupos o territorios marginados y vulnerables quedarán desprotegidos, y con
ellos el resto, ya que la cohesión social depende en gran medida del llamado
tejido social, y en su ausencia las sociedades se fragmentan grupos pequeños y
pierden la capacidad para resolver problemas colectivos de manera organizada.
En este contexto, el individualismo y el sálvese quien pueda sería la
estrategia de supervivencia predominante, y los problemas colectivos como la
pobreza, el desempleo o el acceso a servicios básicos no tendrían un interés
general.
Aunque
es un sector que carece de fin de lucro, el ecosistema económico también se
vería afectado por su inexistencia, ya que se trata de organizaciones que
promueven la innovación en ámbitos como la economía solidaria, la atención a
las necesidades comunitarias o la sostenibilidad ambiental. Sin su presencia,
el Estado y el mercado se convierten en los únicos actores de desarrollo,
limitando la diversidad de propuestas y enfoques para resolver problemas
sociales, quedando sin cobertura aquellas necesidades no detectadas o sin
rentabilidad. Al no existir cooperativas, empresas sociales o formas de
organización comunitaria que puedan competir o complementar las dinámicas
económicas, la economía se concentraría en manos del Estado o empresas, reduciendo
la diversidad económica.
En
situaciones de crisis, como desastres naturales o emergencias sanitarias o
sociales, las organizaciones ciudadanas suelen ser clave por su respuesta
rápida y la ayuda a las comunidades afectadas, y su ausencia nos dejaría a
todos expuestos a consecuencias negativas, que además, deberíamos acometer de
manera aislada e individual, y que no habría voluntariado y apoyo mutuo,
aumentando aún más nuestra vulnerabilidad.
Aunque
a primera vista no sea evidente, parece que la ausencia de entidades sociales
ciudadanas debilitaría gravemente la estructura democrática, los derechos
humanos y el tejido social de cualquier Estado, evidencia palpable en algunos
de nuestro entorno. Las organizaciones ciudadanas no solo actúan como
defensoras de los intereses colectivos, sino que también fomentan la cohesión
social, la equidad y la rendición de cuentas del poder a la ciudadanía (en una
semana la Red Contra la Pobreza nos informará si las administraciones
autonómicas avanzan por el buen camino para reducir o erradicar la pobreza).
Sin estas organizaciones, el Estado carecería de trabas para concentrar poder;
erosionar derechos individuales y sociales; y las oportunidades para un
desarrollo social, económico y político inclusivo se reducirían drásticamente.
Por
todo ello, creemos que tener un día de conmemoración del Tercer Sector es una
oportunidad de poner en valor la acción política, social y económica de las
organizaciones, su papel de apoyo e impulso a las personas y territorios más
vulnerables y la labor de tantas y tantos voluntarios y profesionales que sin
hacer ruido, velan porque nadie se quede atrás.
Autoría:
Raúl del Viso, gerente de EAPN-CLM
Fuente: https://eapn-clm.org/wp/un-territorio-sin-entidades-del-tercer-sector/
0 comentarios:
Publicar un comentario