Es evidente que no todo el mundo habla de lo mismo cuando utiliza el término “Desarrollo sostenible”, lo cual obliga a los “usuarios” más rigurosos a matizar lo que para cada uno significa o a buscar variaciones y distinciones semánticas. Veamos algunas interpretaciones relevantes.
Para el pensador ecologista J. Riechmann garantizar la viabilidad ecológica, respetando los límites y pensando en el futuro, para hacer posible que los sistemas económico-sociales humanos se reproduzcan más allá del corto plazo sin deteriorar los ecosistemas en los que se apoyan, sería el objetivo del principio genérico de la “sostenibilidad”. Para lograrlo los sistemas productivos humanos deberían imitar a la Naturaleza para hacerlos compatibles con la Biosfera adoptando principios tales como vivir del sol, cerrar los ciclos, no transportar demasiado lejos, evitar los xenobióticos o respetar la diversidad.
El “Desarrollo sostenible” sería una concreción que incorpora además los objetivos de justicia social y la defensa de la vida silvestre. Tendría carácter normativo pero sus formas y contenidos no pueden ser definidos desde el ámbito científico-técnico sino desde la participación social.
El economista ecológico H. Daly propuso fijar unos criterios operativos del “Desarrollo sostenible” de manera que las economías preserven las funciones ambientales, como la capacidad de regeneración o asimilación. Así, las tasas de recolección deben ser iguales a las de regeneración; se debe limitar la tasa de vaciado a la de creación de sustitutos renovables mediante inversión compensatoria; la emisión de residuos debe igualar a las capacidades naturales de asimilación de los ecosistemas a los que se emiten.
Esto implica dar prioridad a las tecnologías que aumenten la productividad de los recursos, el valor por unidad empleada, el consumo eficiente y faciliten el reciclaje. Habría además que incorporar el principio de precaución, para evitar efectos irreversibles y acumulativos. Para Daly, la escala de la economía debe situarse dentro de los límites de “capacidad de carga” de la región, lo cual implica límites a la población y al uso de los recursos.
El contenido de la sostenibilidad no es inmutable puesto que es un concepto dependiente de la escala espacial y temporal, y el avance en los conocimientos científicos puede modificarlo. Los equilibrios ecológicos son variables porque los ecosistemas tienen capacidad de adaptación al cambio y de ahí que en la escala local y regional sea más fácil responder cuestiones básicas tales como: ¿Qué se va a sostener? ¿Durante cuánto tiempo? ¿En qué ámbito? y tomar decisiones pertinentes sobre quienes serán los beneficiarios y quienes los promotores, así como evaluar los logros. Por eso la Conferencia de Río de Janeiro ya en 1992 hizo una llamada para cada autoridad local o regional elaborase de forma participada su propia Agenda 21 para el “Desarrollo sostenible” que concretara los objetivos y compromisos de cada comunidad.
Fuente: eldiario.es
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