La meta es ser más eficiente en el uso de recursos y generar menos residuos.
La rueda de lo que se conoce como economía circular ya ha empezado a girar. Así lo afirmó un grupo de expertos reunidos en una jornada del Col·legi d’Economistes de Catalunya. Este nuevo modelo económico busca sacar el máximo rendimiento posible a los recursos disponibles y reducir al mínimo la generación de residuos.
Al aprovechar más los recursos y minimizar los residuos, las empresas mejoran sus resultados económicos y se consiguen impactos ambientales y sociales positivos. Se estima en 630.000 millones de euros el ahorro potencial anual en los países de la UE gracias a políticas sostenibles en la gestión de residuos. Ana García, presidenta de la Comisión de Economía y Sostenibilidad del Col·legi d’Economistes, apunta otra ventaja: “Aprovechar las oportunidades de la economía circular puede contribuir a reducir en torno a un 70% las emisiones de CO2 para el año 2030”.
Cada vez son más los casos de empresas que han integrado este nuevo modelo económico en su estrategia: “En Catalunya hay unas 400 compañías que ofrecen soluciones de economía circular, con un volumen de negocio de 11.000 millones de euros, equivalentes al 2% del PIB catalán”, señala Maite Ardévol, coordinadora de Economía Circular de la Agència per la Competitivitat de l’Empresa (Acció).
No hay una única vía para pasar del actual modelo económico lineal, basado en el usar y tirar, al circular. El Observatori d’Economia Circular describe siete posibles opciones. La primera es el ecodiseño: productos o servicios que se diseñan con criterios de sostenibilidad ambiental con el objetivo de alargar su vida útil y facilitar su reciclaje o reutilización. Un ejemplo lo encontramos en las capsulas de café de la firma Novell que, a diferencia de las de la competencia, son compostables.
Otra gran tendencia es la servitización, un proceso que consiste en “pasar de vender un producto a vender un servicio”, explica Ardévol. “Cada vez encontramos más ejemplos, desde los motores de los aviones hasta los neumáticos de los camiones o los servicios de lavandería”, especifica la portavoz de Acció. “Ya no se trata de producir para vender, sino de sacar el máximo provecho del producto”, añade Ana García.
La tercera opción es el reciclaje: procesar productos, componentes o materiales de un solo uso o bien usados para ser utilizados en un producto, componente o material futuro. Zicla ha hecho del reciclaje su modelo de negocio. La empresa se dedica al diseño, desarrollo y fabricación de productos para las ciudades, desde jardineras hasta separadores para carriles bici, a partir de residuos generados por las propias ciudades.
Otra opción es sumarse al carro del consumo sostenible, con la elección de productos y servicios de menor impacto ambiental y responsables socialmente. Los alimentos y las bebidas procedentes de la producción agraria ecológica son un claro ejemplo.
La ecoinnovación es la quinta opción, entendida como el desarrollo y la aplicación de nuevos productos y procesos que incorporen la sostenibilidad y reduzcan el impacto sobre el medio ambiente. Ana García explica el caso de Arpe, una firma catalana que con sus toallas de microfibra ha conseguido alargar la vida del producto así como importantes ahorros de agua, energía y detergente en los lavados.
La sexta opción consiste en alargar la vida útil de los productos, ya sea reacondicionándolos, reparándolos, reutilizándolos o remanufacturándolos. Un negocio al alza en esta línea es el de los teléfonos móviles reacondicionados.
Finalmente, la séptima opción es la simbiosis industrial, estrategias empresariales que buscan mejorar la eficiencia en el uso de los recursos aprovechando las sinergias entre las empresas de una misma zona, como puede ser un polígono industrial. Este último es el caso de Bufaelvent, en Manresa, un polígono considerado un ejemplo que seguir en materia de economía circular.
Fuente: lavanguardia.com
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