El autor ofrece las claves para entender las múltiples posibilidades de las ciudades inteligentes. ¿Estarán nuestras casas totalmente robotizadas? ¿Habrá espacio para la libertad?
Una ciudad inteligente es aquella que integra a la
sociedad con su Gobierno y que, a través de sistemas inteligentes, detecta
necesidades y genera soluciones, a ser posible, en tiempo real. Las smart
cities usan la tecnología para ser más sostenibles y mejorar
la calidad de vida y el bienestar de las personas.
Existen muchos factores que influyen para que una ciudad pueda llamarse inteligente. Por ejemplo, que tenga sistemas de ahorro de energía que permitan el consumo inteligente, el reciclaje, la reducción de residuos o emisión de gases; que en se apueste por la telemedicina o la teleasistencia o que, en el transporte, cuente con una gestión eficiente del tráfico, optimización de rutas de transporte público e infraestructuras sostenibles.
Una mirada al futuro
Es
muy complicado prever cómo será la tecnología dentro de 50 años. Lo que se ha
evolucionado en este último medio siglo, comparándolo con lo que vamos a
avanzar en los próximos 50 años, si no hay muchos contratiempos, es infinito.
Jamás
habíamos tenido tantas posibilidades de crecimiento como ahora: tenemos tantas,
que no sabemos por dónde vamos a ir. Para el ser humano, vivir en la actualidad
es un don y va a ser espectacular. Dentro de 30 años, miraremos atrás y todo nos
va a parecer muy extraño. No sé cómo serán en el futuro las ciudades
inteligentes, pero sí sé que las ciudades del futuro serán inteligentes e
incluso cognitivas.
Sabemos
que en el futuro viviremos en ciudades porque es la única forma de preservar el
resto de la Naturaleza, ya que, si nos extendemos por todo el territorio,
mataremos lo que esté a nuestro alcance. En el año 2050, el 85 % de la
población mundial va a vivir en ciudades, fundamentalmente, porque el ser
humano es un ser urbano y necesitamos vivir juntos para avanzar. Y además,
porque tenemos que liberar al resto de la naturaleza de la presión humana. Cada
uno tiene que tener su espacio.
El
transporte va a cambiar tanto que es muy posible que en el centro de las
ciudades no puedan circular coches particulares y que el transporte público sea
lo único que exista. Una vez que tengamos el control del tráfico de la ciudad y
de sus semáforos, todo va a ser mucho más sencillo y automatizado. No habrá
atascos o, si los hay, se podrán solucionar de una forma más eficiente que
ahora. Por otra parte, no sabemos si habrá o no vehículos voladores, pero sí es
seguro que contaremos con vehículos autónomos, y, si éstos van solos, es muy
factible que puedan volar.
Además,
es evidente que tendremos que intentar ir al espacio, porque aquí ya no cabemos
y estamos colapsando el planeta Tierra. Por otra parte, sabemos que serán
millones los objetos conectados en el mundo. Actualmente, ya hay unos 200
millones de sensores conectados: solo en el 2025, es posible que ya sean mil
millones. Habrá muchos sensores, muchos datos, mucha tecnología.
El papel de los datos
y su control
Los
datos son imprescindibles para poder hacer una buena gestión de la ciudad. Por
eso, los sensores son fundamentales para obtener información, datos
semafóricos, cuánta gente hay en la calle, contaminación, etc. La internet de
las cosas es la única manera que tenemos actualmente para anticiparnos y
resolver los problemas de las ciudades. Jugarán un papel esencial la
inteligencia artificial, el machine learning y
tecnologías como digital twins, edge
computing o fog computing.
En
el siglo XXI, los datos son la materia prima y quien los controle tendrá mucho
poder. Pero la tecnología no es el problema: es la solución. El verdadero
problema es la cuestión social.
¿Quién
puede controlar los datos que generamos nosotros mismos? Puede ser una ciudad,
un Estado o una empresa. Una empresa, si sabe cómo nos comportamos, puede
intentar vendernos sus productos. Si quien nos controla es una ciudad o un
Estado, la situación es peor, porque nos pueden dirigir para intentar que
pensemos de un modo concreto. A este respecto, ya la Unión Europea ha dado
pasos para velar por que los datos sean nuestros, pero no me lo acabo de creer.
Actualmente, simplemente cuando utilizamos cualquier aplicación, ya estamos
cediendo nuestra información.
La
sociedad avanza si tiene libertad, pero si no somos capaces de preservarla y
hay una inteligencia superior que controla nuestras libertades, podremos
acomodarnos y actuar como “borregos”.
Si
los datos no son nuestros, van a coartar nuestra libertad. Por todo ello,
cuando construyamos una ciudad inteligente, debemos intentar que sea una ciudad
inteligente con alma, y no una ciudad tipo centro comercial.
Ciudades más
inteligentes, y más humanas
Una
ciudad inteligente creada desde cero carece de alma. Una ciudad inteligente
tiene que reforzar su identidad, pensar en las personas que la habitan, estar
viva y siempre en constante adaptación. En mi opinión, es mucho más importante
hacer más inteligentes a ciudades ya existentes y lograr que sean inteligentes
desde su punto de vista particular: es decir, que cuenten con su propia
historia e inteligencia, como las personas, y desarrollen aquellos aspectos que
cada ciudad, de forma individual, quiera impulsar.
Existen
ejemplos de ciudades inteligentes creadas desde cero, como Songdo,
en Corea del Sur, pero mucha gente no quiere vivir en ellas, quizá porque
tienen miedo de vivir en una ciudad con tanta tecnología. Quizá prefieren vivir
en una ciudad menos inteligente, pero más humana.
En algunas ciudades de China ya controlan a quien va por
la calle: saben en todo momento quién eres. Si hay un indicio de que se ha
cometido un crimen o robo, enseguida lo pueden detectar e identificar a los
culpables, lo cual, por otra parte, genera cierto miedo. La seguridad es muy
importante y con inteligencia artificial, sensores y cámaras, se puede avanzar
mucho, pero siempre deberemos tener muy presente el límite de la libertad.
Debemos
hacer más inteligentes y tecnológicas nuestras ciudades, sí, pero también más
humanas.
Fuente: Ignacio Matías Maestro - https://www.eysmunicipales.es/actualidad/como-seran-las-ciudades-del-futuro
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