El problema es algo que no es exclusivo y el patrón se repite a lo largo y ancho del mundo. Las zonas rurales van perdiendo población a favor de las ciudades a medida que sus habitantes más jóvenes buscan nuevas oportunidades laborales o educativas.
Según los últimos datos disponibles del Banco Mundial, un 55,7% de la humanidad vive en un entorno urbano, cuando en el año 2000 lo hacía el 46,6%. La consecuencia más directa es el abandono del medio rural.
En lo que a porcentaje de población urbana se refiere, en el caso español es
superior a la media mundial y está en línea con la de la mayoría de países
europeos. Según el Banco Mundial, en 2019 el 81% de los españoles vivía en
ciudades, mientras que en Alemania y en Francia la concentración urbana sobre
la población total era del 77% y del 81% respectivamente. Cumpliéndose dos años
de las protestas de la España vaciada que llevaron a la capital la preocupación
por el entorno rural, el Gobierno ha impulsado un plan de 136 medidas que, aprovechando
10.000 millones de euros del fondo de recuperación europeo, pretende revertir
los efectos de la despoblación.
El plan se estructura en 10 grandes capítulos que
engloban las medidas. Según el documento oficial en el que se ahonda en esta
hoja de ruta, se busca favorecer la transición ecológica, la conectividad del
medio rural, la igualdad de oportunidades, el desarrollo del territorio, el
impulso de un turismo sostenible y del tejido productivo local, así como
fomentar la deslocalización de los servicios públicos y promover la cultura.
Entre las medidas concretas, algunos ejemplos son la
instalación de puntos de recarga para vehículos eléctricos, la formación de
jóvenes agricultores y ganaderos en explotaciones modelo o universalizar la
cobertura de la red de banda ancha para el 100% del territorio y la población.
Con un territorio inmerso en una suerte de círculo vicioso
en el que la cada vez menor población redunda en una menor actividad económica
que, a su vez, provoca mayores desplazamientos en busca de oportunidades
laborales, el Gobierno español busca impulsar los catalogados como proyectos
tractores. De un lado, propone crear una red de centros de innovación situados
en áreas rurales; por otro, impulsar el emprendimiento local y la digitalización
de sectores estratégicos mediante ayudas públicas y a través de colaboración
con el sector privado. La idea de fondo es la de impulsar proyectos que a su
vez terminen generando más actividad económica a su alrededor.
Última oportunidad
Tomás Guitarte, diputado de Teruel Existe, partido que
reivindica el olvido al que, según denuncian, se ha visto sometida esta región,
calificó el plan esta semana, durante la sesión de control al Gobierno en el
Congreso de los Diputados, como “la última oportunidad para la España vaciada”.
El diputado de Teruel Existe aprobó en líneas generales la iniciativa del
Ejecutivo, pero también solicitó varias medidas concretas. Como, por ejemplo,
implantar actividades de industria en las áreas menos pobladas, aprovechando la
ventaja competitiva de este territorio para acoger industrias electrointensivas
allá donde se produce la instalación masiva de energías renovables, “podría
hacerse fácilmente mediante una tarifa eléctrica diferenciada”.
Lidia Díaz, presidenta de la asociación española contra
la despoblación (AECD), mantiene un tono de cautela. “Nos parece una propuesta
variada y extensa. Es cierto que la despoblación es un problema complejo y
viene desde tiempos lejanos, por lo tanto, también tiene lógica que las
soluciones tengan que ser variadas, extensas aunque no complejas en muchos
casos”.
Díaz pone de relieve la absoluta importancia de unas
infraestructuras que, aunque a veces han sido planeadas y contempladas, no
siempre han llegado a materializarse. Puntualizando que no hacen falta
proyectos faraónicos que acaben con el terreno, opina que sí son necesarias
porque son un derecho básico que, a su vez, permite el correcto acceso a otros
derechos como son la atención sanitaria o la educación. Como infraestructuras
claves, Díaz menciona los trenes y las carreteras.
En referencia a otro tipo de barreras, más allá de las
infraestructuras, la presidenta de la asociación pone el foco en la importancia
de sacar del imaginario colectivo la idea de que el campo solo tiene espacio
para el emprendimiento en agricultura y ganadería, así como la necesidad de
facilitar los trámites burocráticos haciéndolos telemáticos, ya que cualquier
viaje a las capitales de provincias supone horas de desplazamientos.
“Como sabemos, el papel lo aguanta todo; mientras no se
vea cómo se van a traducir y convertirse en realidad, poco podemos decir”,
concluye sobre el plan.
Fuente y noticia
completa: Fernando Belinchón cincodias.elpais.com/cincodias/
0 comentarios:
Publicar un comentario