El dinamismo económico del campo depende en buena parte del desarrollo de un modelo agrícola más eficiente y rentable. El despliegue de la red 5G es la oportunidad de dar un salto de gigante.
Como afirma Somaya El-Marrakchi,
directora del Área de Red en Ericsson Iberia, “si esas zonas no tienen buena
cobertura hoy, es simplemente porque desde un punto de vista de plan de negocio
no salen los números”. Simplemente, les falta población. Ahora, en plena ola de
inversión pública con los Fondos Europeos de Recuperación, el despliegue del 5G
es una oportunidad de cerrar esa brecha digital, o reducirla drásticamente,
abriendo la posibilidad de nuevos desarrollos económicos.
Pero también es un arma de doble filo. Si la quinta
generación de redes de telecomunicaciones solo se despliega con toda su
potencia en las ciudades, la brecha se convertirá en un océano, y se perderá
una oportunidad inigualable.
Un
informe de la consultora Analysis Mason para las empresas de comunicaciones
Ericsson y Qualcomm calcula que los entornos rurales tendrían un impacto
financiero positivo de 16.000 millones de euros si disfrutasen de un despliegue
de 5G de altas prestaciones. Ese concepto, ‘altas prestaciones’, marca
diferencias importantes. Lo previsible es que la oferta comercial apueste por
5G en la banda de los 700 megahercios, dando carpetazo a los actuales problemas
de cobertura... pero sin suficiente ancho de banda para las soluciones más
innovadoras. La buena noticia es que, al menos sobre el papel del Plan Nacional
de Recuperación, los poderes públicos lo tienen claro. Ya empieza a haber
inversiones: el pasado 2 de diciembre se fallaron ayudas por 249,9 millones de euros,
financiadas por fondos europeos, para avanzar en la universalización de la
banda ancha ultrarrápida por todo el territorio nacional.
Más productividad
La
hiperconectividad mediante 5G no solo beneficiaría a la prestación de servicios
públicos como la educación y la sanidad. Otro gran reto es su aplicación a los
motores económicos ligados al campo: la industria agroalimentaria, la ganadería
y la agricultura.
“Cuando hablamos con la gente
del campo del 5G, muchos nos dicen que ni siquiera pueden hablar por el móvil
en sus fincas”. El ingeniero agrónomo Víctor Falguera se responsabiliza del
área de I+D+i en la consultora ilerdense Akis, que trabaja a pie de campo para
agricultores y técnicos. Desde esa posición ya ha percibido “un boom de
empresas tecnológicas que empiezan a ver la agricultura un terreno propicio, en
asuntos como la gestión del agua, o el uso de los pesticidas”. Una red 5G de
grandes capacidades les da la posibilidad de desplegar esas tecnologías, “pero
el problema es que no tienen experiencia agronómica, y en muchas ocasiones
pierden el foco”.
Dicho de otra forma, se trata
no de demostrar que una tecnología funciona, sino de solucionar un problema del
empresario del campo, un problema lo suficientemente importante como para que
esté dispuesto a pagar por la solución. “Tenemos que ponernos en sus zapatos, y
para ellos, por ejemplo, la gestión de personal es crítica. Se ha impuesto un
modelo basado en las ETTs, y es muy complicado encontrar personal cualificado y
formado. Además, resulta muy complicado monitorizar su trabajo sobre el
terreno”, explica Falguera.
Un proyecto piloto
desarrollado entre otros por Akis demuestra cómo el 5G puede ayudar a solventar
ese problema, centrándose en la poda, un momento crítico en los procesos de
explotación de frutales pues determina la estructura de producción. Los
operarios procedían sobre el terreno con unas gafas especiales que les muestran
también datos esenciales como el histórico productivo de la parcela. Además,
utilizando la computación en la nube, esa información era compartida en tiempo
real con un técnico agrícola, que, desde la oficina, podía ayudar y monitorizar
a varios operarios a la vez. El resultado es un proceso de poda más quirúrgico
y rápido.
Como en este caso, los usos de
nuevas tecnologías en la economía del campo gracias al 5G no descubren nada
nuevo: se trata de realizar los mismos procesos de forma mucho más eficiente y
precisa, en cantidades, momentos y lugares. Por ejemplo, enumera El-Marrakchi,
la reducción del uso de nutrientes, pesticidas y hasta recursos hídricos
mediante su aplicación más selectiva y rigurosa.
Presente y
futuro
Estos principios ya se aplican
con tecnología en la economía del campo: se monitoriza la salud de los animales
en las explotaciones ganaderas para evitar o adelantarse a cualquier problema
de salud y mejorar la alimentación del ganado -”las granjas se parecen cada vez
más a los hospitales”, dice Falguera- y en la industria agroalimentaria se
aplican tecnologías y sensorizaciones muy parecidas a las de cualquier otra
industria, como la química.
A medio plazo, se puede pronosticar
un mayor uso de drones en la agricultura, gestionados a través de redes 5G, e
incluso la llegada de los tractores autónomos, algo en lo que llevan ya tiempo
trabajando fabricantes especializados como John Deere. El análisis de datos
masivos para la mejor gestión de las explotaciones, mediante técnicas de
inteligencia artificial, aparece también como una gran oportunidad en el
horizonte, pero Falguera insiste en la necesidad de ajustar el uso de la
tecnología a las necesidades del agricultor o el ganadero. Las tecnologías que
permite el 5G mejorarán sus negocios, pero la oferta debe ajustarse a sus
ritmos y a sus necesidades.
Fuente: elpais.com/tecnologia
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