lunes, 10 de octubre de 2022

Los nueve sentidos del emprendedor

 


El éxito de un emprendimiento es un asunto complejo de cuantificar. Para algunos, la parte más valiosa puede ser el factor económico que se obtiene tras varios años de esfuerzo, señala Luis Arandia.

Ser emprendedor es un arduo camino, no hay atajos, ni recetas secretas. Cada camino es uno en sí mismo y diferente a todos los demás. Para recorrerlo se requiere de preparación, entrega y aprender de los fracasos. Cuando alguien decide emprender debe estar dispuesto a pagar el precio, lo que significa vivir unos años como muchos no lo harían, para luego vivir como muchos no podrían.

El éxito de un emprendimiento es un asunto complejo de cuantificar. Para algunos, la parte más valiosa puede ser el factor económico que se obtiene tras varios años de esfuerzo; otros consideran que el valor social que aporta la empresa o el legado que deja a la comunidad es lo verdaderamente relevante, otros apuestan por todo: ganancia y legado.

Ninguna opción es más legítima que otra. El éxito radica en analizar lo que está detrás de alcanzar la meta. La visión, el liderazgo, la flexibilidad o a veces hasta la resiliencia de soportar que, en diversas ocasiones, no tienes ni para pagar la nómina o la renta del local. Estos son los factores que te moldean para que desarrolles al máximo tu potencial, dejes un legado y consigas tus objetivos.

Siempre te dicen que para triunfar es imprescindible hacer negocios utilizando los cincos sentidos: vista, oído, olfato, tacto y gusto. Todos los emprendedores aprenden a agudizarlos sobre la marcha. Y entonces, pueden ver ‘oro’ en donde los demás ven cobre, pueden oler las flores en el desierto o tocar el éxito aun cuando esté en un horizonte lejano.

 

Estos cincos sentidos que tenemos todos se súper desarrollan cuando se trata de emprender y pueden llevar los proyectos a un lugar muy favorable, pero no se trata de crear ideas buenas, sino brillantes y para esto hace falta algo más de que cinco sentidos, se necesitan nueve.

Y no me refiero a los sentidos de tipo ‘interoceptores’, esos como la sinestesia o la propiocepción, sino a otro tipo de sensaciones interiores que todo emprendedor que quiera ser brillante debe llevar consigo.

5+4=9

El primero de ellos, y el más fundamental, es el sentido común. Hay que trabajar más con esta lógica que nos permite discernir entre lo bueno y lo malo, distinguir lo valioso que es para nuestra sociedad un emprendedor íntegro, honesto y con principios inquebrantables.

Posteriormente, está el sentido de la oportunidad. No se trata sólo de buscar una opción para hacer que el proyecto crezca o aprovechar un tiempo preciso para expandirnos, en ocasiones debemos generar las oportunidades si es preciso.

Debemos tomar más riesgos calculados, sobre todo cuando el propósito sea noble y nuestro objetivo de emprendimiento sea impactar positivamente en la sociedad.

Hay un sentido que desarrollamos muy poco y es el humor. En este camino del emprendimiento enfrentamos un número considerable de momentos adversos, pero, independientemente del resultado, siempre hay que interpretar el hecho con un buen sentido. ¡Qué aburrida sería la vida si no pudiéramos reír! A veces hay que reírse hasta de uno mismo para ver las cosas desde otro ángulo.

Un emprendedor que ve con buena actitud sus desaciertos se recupera más rápido de la adversidad. Incluso puede cometer menos errores e inspirar a los colaboradores para que sean más creativos y que esos fracasos (sin importar cuánto duelan) se convierten en enseñanzas. Es de humanos errar, pero también es de humanos aprender.

Y por último, está el sentido de la responsabilidad. Todos los emprendedores nos debemos a alguien, ya sea a nuestra familia, a la sociedad o a nosotros mismos. Hay que mantener el equilibrio entre el emprendimiento y el propio proyecto de vida. Estar en armonía facilita el camino al éxito. Cada decisión conlleva de manera implícita una responsabilidad.

En esta vida nos desarrollamos con cinco sentidos, pero para el emprendimiento hay que aprender a vivir con cuatro más. Nadie dijo que sería fácil, lo difícil es hacerlo cada día, pero la recompensa vale totalmente la pena.

 

Fuente: Luis Arandia - expansion.mx/opinion

 


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